- Los datos revelan que siguen llegando a Myanmar envíos de combustible de aviación.
- La investigación muestra que un ataque aéreo militar contra el histórico monasterio de Magway, en el centro de Myanmar, mató a 12 civiles e hirió a 26 más.
- “Mataron a mis amigos en la calle, delante de mí”, cuenta un testigo a Amnistía Internacional.
Amnistía Internacional ha documentado nuevos envíos de combustible de aviación a Myanmar, a pesar de los llamamientos internacionales para privar al ejército del país de los recursos que necesita para llevar a cabo ataques aéreos ilegales.
En enero de 2024, Amnistía Internacional sacó a la luz las nuevas tácticas elusivas empleadas por el ejército de Myanmar para importar combustible de aviación a lo largo de 2023, tras las sanciones impuestas a partes de su cadena de suministro.
Es un patrón que continúa: entre enero y junio de este año, entraron en el país al menos otros dos —probablemente tres— envíos de combustible de aviación. Al igual que con los envíos anteriores identificados por Amnistía Internacional en enero, en estos casos el combustible se compró y vendió varias veces hasta llegar a la última etapa de su viaje, Vietnam, antes de ser enviado a Myanmar.
En dos ocasiones, el petrolero HUITONG78, de propiedad china, transportó combustible de Vietnam a Myanmar. Otras empresas también parecen haber desempeñado un papel en la cadena de suministro, incluidos los comerciantes de combustible Sahara Energy International Pte. Ltd., con sede en Singapur, y la entidad estatal china (SOE) CNOOC Trading (Singapur) Pte. Ltd. Un probable tercer envío, también realizado por el petrolero HUITONG78, parece haber llegado a Myanmar desde Emiratos Árabes Unidos (EAU) en mayo de 2024.
No está claro cómo se utilizó el combustible después de su llegada, pero el control militar del puerto significa que existen riesgos significativos de que pueda haberse usado para fines no civiles.
“El ejército de Myanmar depende del mismo buque chino y de las mismas empresas vietnamitas para importar su combustible de aviación, a pesar de que Amnistía Internacional ya ha destapado esa irresponsable cadena de suministro”, ha manifestado Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional.
“Esto muestra a las claras la absoluta impunidad con la que opera el ejército de Myanmar y la total complicidad de los Estados responsables, como Vietnam, China y Singapur.”
Aumento de los ataques aéreos
En junio de 2024, el relator especial de la ONU sobre la situación de los derechos humanos en Myanmar informó de que los ataques aéreos del ejército contra objetivos civiles en Myanmar se han quintuplicado en el primer semestre de este año.
Amnistía Internacional documentó uno de estos ataques. Según contaron testigos a la organización, en la mañana del 9 de mayo el ejército de Myanmar atacó un monasterio en la aldea de Ah Kyi Pan Pa Lon del municipio de Saw, región de Magway, en el centro de Myanmar.
Después de dos ataques aéreos iniciales —afirmaron los testigos—, un avión de combate dio la vuelta y llevó a cabo un intenso tiroteo contra quienes huían de las explosiones iniciales.
El monasterio, que se cree que tiene aproximadamente 100 años, quedó destruido.
Amnistía Internacional entrevistó a cuatro supervivientes del ataque en Magway y a una persona que llegó posteriormente al lugar para ayudar a las víctimas. La investigación analizó también 34 fotografías en las que se apreciaban los cadáveres de las víctimas, las heridas de las personas sobrevivientes, las armas utilizadas en el ataque y la magnitud de los daños.
Todas las evidencias visuales de la destrucción del monasterio son compatibles con un ataque aéreo que provocó un incendio y quemó gravemente la estructura del edificio y a muchas de las víctimas. Las fotos de fragmentos de la munición utilizada muestran restos de un kit de cola para bomba aérea, así como munición incendiaria de alta potencia (HEI) de 23 mm sin explotar que se dispara desde ametralladoras GSh-23 montadas en modo góndola en aviones de combate como el ruso YAK-130.
La fecha que figura en los cartuchos usados de la munición incendiaria de alta potencia de 23 mm indica que fue fabricada en Myanmar en 2024. La causa de las heridas sufridas por otras víctimas del ataque es compatible con fragmentos de bombas de aviones o disparos directos. Las imágenes satelitales también muestran que el área del monasterio ha quedado calcinada.
“Oí a la gente gritar”
El municipio de Saw se encuentra en una disputada zona del centro de Myanmar, donde están activas estructuras administrativas paralelas y grupos armados conocidos como Fuerzas Populares de Defensa, que surgieron después del golpe para resistir al ejército, junto con el Gobierno de Unidad Nacional, de carácter civil.
Los testigos dijeron que, si bien en el monasterio había efectivos de las Fuerzas Populares de Defensa conocidos como Equipos Populares de Defensa (o Pa Ka Pha en birmano), la mayoría de las personas que había allí eran civiles. También dijeron que antes del ataque aéreo no había habido combates en la aldea o en sus inmediaciones.
A primera hora de la mañana del ataque, los testigos dijeron que escucharon un zumbido en el cielo, un sonido que describieron como el de un dron. Unas horas más tarde, entre 50 y 60 habitantes del lugar se habían reunido en el primer piso del monasterio para hablar sobre asuntos de transporte que les preocupaban, como las tasas y las rutas.
Además, según testigos, en el segundo piso, donde a veces se impartían clases de informática, estaban al menos un niño y el monje principal del monasterio.
Según las personas sobrevivientes, que pidieron permanecer en el anonimato por temor a nuevos ataques del ejército de Myanmar, la primera bomba impactó alrededor de las 10:45am.
“La bomba cayó un poco detrás de mí, justo en el lugar donde estaban sentados mi hermano, mi tío y mi hermana”, dijo un hombre. Sus familiares murieron al instante.
“Estoy seguro de que el objetivo del avión de combate era matarnos a todos”, dijo.
Continuando con su relato, después de la primera bomba el monasterio comenzó a derrumbarse y la gente quedó atrapada bajo los escombros.
Él logró escapar del lugar: “A los pocos minutos […], vi que el avión volvía al monasterio, y esta vez lanzó otra bomba que incendió el edificio principal”, dijo.
Otro hombre contó que había escapado ileso del monasterio tras la primera bomba. Estaba escondido al otro lado de la carretera cuando cayó la segunda bomba. Vio el monasterio en llamas. Un avión de combate comenzó entonces a disparar contra las personas que huían.
“Oí a la gente gritar en el monasterio. Algunas personas corrían por la calle mientras el avión de combate disparaba sin cesar”, dijo. “El avión sobrevoló el monasterio y abrió fuego contra las personas que corrían. Fui testigo de cómo mataron a mis amigos en la calle, justo delante de mí”.
Entre las personas que murieron en el ataque aéreo había un niño, y el jefe del monasterio resultó herido, según una lista de víctimas entregada a Amnistía Internacional por una persona que trabajó en el rescate.
Aunque en el momento del ataque hubiera miembros de los Pa Ka Pha, el piloto debía saber que también podría haber civiles. Por lo tanto, los disparos contra la población civil que intentaba huir y el bombardeo de un sitio de valor religioso, cultural e histórico sugieren que el ataque fue indiscriminado y debe ser investigado como crimen de guerra.
“Este reciente ataque se suma a una lista que crece rápidamente de violaciones del derecho internacional humanitario en Myanmar, incluidos ataques aéreos, ataques terrestres, detenciones arbitrarias, tortura y muchas otras violaciones contra civiles”, ha manifestado Agnès Callamard.
Cómo sigue accediendo Myanmar al combustible de aviación
Amnistía Internacional y otras organizaciones han pedido a las empresas y los gobiernos que suspendan los envíos de combustible de aviación a Myanmar o se arriesguen a ser cómplices de una mortífera cadena de suministros. Pero como muestran estos nuevos hallazgos, muchos todavía hacen oídos sordos.
El seguimiento de buques y los datos comerciales muestran que el petrolero chino HUITONG78 transportó dos envíos de combustible de aviación a la antigua terminal de Puma Energy (ahora controlada por el grupo Shoon Energy, con sede en Myanmar, y el ejército de Myanmar) en Thilawa, puerto de Yangón, el 14 de enero y el 29 de febrero, respectivamente. Al igual que en todos los envíos identificados por Amnistía Internacional en 2023, el petrolero recogió el combustible en la terminal de almacenamiento vietnamita Cai Mep Petroleum, operada por Hai Linh Co. Ltd., antes de partir hacia Myanmar.
También al igual que en los envíos de 2023, en los de 2024 hubo múltiples compras y reventas del mismo combustible, lo que dificulta el rastreo del proveedor original. Con respecto al envío de enero de 2024, antes de su llegada a Vietnam, el combustible se puede rastrear hasta la terminal de Banyan de Vopak Singapore, un centro de almacenamiento controlado por la empresa neerlandesa de almacenamiento y logística Royal Vopak. Royal Vopak confirmó el envío, pero subrayó: “El servicio que damos consiste en el almacenamiento seguro de los productos de nuestros clientes mientras están en nuestras terminales en los puertos”, y añadió: “Respetamos las leyes, normativas y sanciones aplicables”.
El envío de febrero de 2024 puede rastrearse hasta la terminal de Huadong de BP en el puerto de Ningbo, bahía de Hangzhou, China. Amnistía Internacional no pudo identificar a la empresa que controla la terminal china.
Antes de la transferencia final y la venta de combustible a Myanmar, el envío de enero fue vendido a una empresa vietnamita por la sucursal de Singapur del operador comercial en combustible Sahara Energy. El envío de febrero fue vendido por la sucursal del operador comercial de Singapur de la empresa estatal china China National Offshore Oil Corporation (CNOOC Singapur). En ambos casos, los datos aduaneros muestran que Sahara Energy y CNOOC Singapore deberían haber sido conscientes de que el transporte del combustible a Vietnam era sólo con fines de tránsito. Cada uno de los envíos tenía un valor aproximado de 8 millones de dólares estadounidenses.
Sospechas planteadas sobre el tercer envío
La evidencia también indica que probablemente hubo un tercer envío de combustible de aviación a Myanmar en mayo de 2024.
Según los datos de seguimiento de buques, el HUITONG78 cargó combustible en abril en el puerto de Hamriyah en Sharya (Emiratos Árabes Unidos), llegando al puerto de Yangón alrededor del 12 de mayo. El buque parece apagar su radar AIS al entrar en el puerto de Thilawa, operación durante la cual las imágenes satelitales muestran lo que parece ser el HUITONG78 amarrado en la antigua terminal de Puma Energy en Thilawa.
Los datos de calado del buque (que indican un cambio en su peso total) sugieren que descargó combustible en la terminal de Thilawa. Aunque Amnistía Internacional no pudo confirmar si el combustible era de hecho combustible de aviación, es muy probable que sea así dado el patrón de envíos realizados por este mismo buque.
El buque HUITONG78 está inscrito en el seguro de protección e indemnización (P&I) del West of England P&I Club, aunque en respuesta a Amnistía Internacional, el Club declaró que “si […] este buque transportaba combustible de aviación a Myanmar, entonces no había cobertura para esas operaciones”.
Ya es hora de que las empresas pongan fin a estos envíos.
Agnès Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional
Según el P&I Club, el HUITONG78 es propiedad de una filial de la empresa estatal china de defensa China Aerospace Science and Industry Corp (CASIC). Según informaron los medios de comunicación, CASIC estuvo involucrada en el transporte de petróleo venezolano durante las sanciones de Estados Unidos.
“Si bien Amnistía no sabe con certeza cómo se usó el combustible de aviación enviado de esta manera una vez que llegó a Myanmar, existe un alto riesgo de que el ejército, que controla la terminal donde se descargó, lo use para incrementar los ataques contra civiles. Esto significa que las compañías navieras y de combustible no tienen más remedio que retirarse por completo de esa cadena de suministro”, ha afirmado Agnès Callamard.
“Eso incluye a todas las partes implicadas, desde los propietarios de buques hasta las aseguradoras y los operadores comerciales de combustible. Ya es hora de que las empresas pongan fin a estos envíos”.
Nos pusimos en contacto todas las empresas mencionadas en este artículo por si deseaban hacer comentarios. Las únicas que respondieron fueron Royal Vopak y West of England P&I Club.