En 2007, a Kacey Keeton, abogada de Alabama de 49 años, se le asignó el caso de Rocky Myers, un hombre negro que lleva casi tres decenios en el corredor de la muerte. En este exhaustivo artículo de preguntas y respuestas, nos explica las numerosas injusticias a las que Rocky se ha enfrentado, por qué el uso de la hipoxia por nitrógeno es tan alarmante y por qué está decidida a luchar por la conmutación de su pena.
¿Qué la movió a ser abogada y cómo es su trabajo?
Quería ser abogada desde los cinco años; mi madre lo tenía así anotado en un diario. Claro, que me parece que al año siguiente quería ser maestra, luego artista de circo y más tarde periodista, y así año tras año. Sin embargo, cuando quedaba poco para mi graduación universitaria volví a la idea de ser abogada.
En las distintas etapas de mi trayectoria profesional he tenido la suerte de poder ayudar siempre a las personas. Y eso es lo que me movió a ser abogada: ayudar a la gente. En concreto, sentí la vocación de trabajar con la población reclusa condenada a muerte. Creo que, a menudo, quienes están en el corredor de la muerte quedan excluidos de apoyo y ayudas. Son personas que en muchas ocasiones no han tenido a nadie que las defienda y me siento honrada de hacer justo esa labor.
Ejercer este trabajo en Alabama sin duda supone trabajar en primera línea del frente, allí donde se necesita más ayuda. Es muy gratificante trabajar para personas encarceladas en espera de ejecución, pero también puede resultar estresante y desalentador. Desalienta comprobar cómo las injusticias del sistema conducen a que el Estado mate a seres humanos. Desalienta saber que, aunque te esfuerces mucho por ayudar a alguien, puede que ese esfuerzo no sea suficiente.
Sin embargo, las personas a las que representamos hacen que este trabajo merezca la pena. Es increíble ver cómo alguien que ha sufrido tanto sigue teniendo esperanza y creyendo en la bondad de otras personas. Su esperanza y su fe me inspiran cada día.
Antes de aceptar el caso de Rocky, ¿cuál era su percepción?
Me asignaron el caso de Rocky en noviembre de 2007. Era cliente de nuestro despacho desde marzo de 2004 y lo conocí en febrero de 2008.
Cuando comenzamos a representar a Rocky, el abogado anterior lo había abandonado durante los recursos de apelación estatales interpuestos contra la sentencia condenatoria. Esto invalidó la posibilidad de que Rocky presentara un recurso federal, a causa de un error de procedimiento. Debido a las normas de procedimiento, no hubo ningún tribunal federal que atendiera sus solicitudes de amparo, incluidas las alegaciones de inocencia y discapacidad intelectual. Si su abogado hubiera presentado los recursos adecuados a nivel estatal, Rocky podría haber llevado ante un tribunal federal sus alegaciones, según las cuales la declaración de culpabilidad y la condena a muerte —dictada por la invalidación emitida por el juez de un tribunal de distrito— habían sido injustas.
En este contexto, sabía que para ayudar a Rocky haría falta que un tribunal lo eximiera de ese incumplimiento del procedimiento. Por todo ello, al involucrarme en su caso, era muy consciente de que todo estaba en su contra, incluso más de lo que ya suele estarlo para alguien condenado a muerte. Al leer el expediente, vi que también había muchas otras cosas que indicaban que su declaración de culpabilidad y condena habían sido injustas.
¿Cómo fue la primera vez que se vieron y conversaron? ¿Se sentía con confianza para abordar el caso?
La primera vez que visité a Rocky, estuvo muy callado y no interactuó mucho conmigo. Fui con otra abogada a quien él conocía, por lo que la mayor parte del tiempo permanecí sentada en un segundo plano observando sus interacciones. En las primeras visitas no hablamos mucho de su caso; sabía por otras personas que tardaría un poco en ganarme su confianza, así que quería tomarme ese tiempo para que nos conociéramos. También quería ir despacio, porque era consciente de que Rocky tenía una discapacidad intelectual y debía asegurarme de que entendía absolutamente todo lo que hablábamos.
Fue una suerte para mí tener un magnífico equipo trabajando sobre su caso, con quien él ya había tratado anteriormente. No cabe duda de que así fue más fácil crear el vínculo con él.
¿Cómo vivía Rocky la situación? ¿Recuerda alguna conversación que tuvieran?
Hace tiempo que Rocky se avergüenza del lugar donde se encuentra y de la situación de su causa judicial. Culpa a sus problemas con las drogas, que lo convirtieron en sospechoso en un caso como éste. Culpa también a las drogas por no haber prestado el debido apoyo a su familia. No toma drogas desde que lo detuvieron en 1991 y a día de hoy a menudo invierte su tiempo en hablarles a otras personas de los peligros de la adicción.
Rocky no tenía ni idea de que, tras la condena, el abogado del estado lo había abandonado en mitad del procedimiento de apelación. Él suponía que todo seguía su curso. Fue al recibir una carta del fiscal general cuando se enteró de que su derecho de apelación había expirado y de que el estado de Alabama iba a fijar la fecha de la ejecución. No pudo leer la carta debido a que su capacidad de lectura es limitada; se la leyó un amigo también condenado a muerte. Además, lo ayudaron a conseguir un abogado para intentar solucionar el problema. Rocky se ha culpado durante mucho tiempo por no haberse enterado de que su abogado lo había dejado en la estacada.
Aun así, Rocky no pierde la esperanza. Es un hombre creyente y de oración; le gustan los deportes y la música. Cuenta muchas historias de sus hermanos y de su infancia.
Le encanta recibir correo y habla de las preciosas postales que le llegan de personas que le escriben contándole dónde están. Pega muchas de las imágenes en la pared de su celda y se imagina a él mismo en esos lugares. A menudo las fotos le sirven para evadirse de los problemas o del estrés de su situación. La labor de divulgación de la membresía de Amnistía Internacional y las campañas de envío de postales que la organización ha patrocinado le hacen mucho bien.
¿Qué piensa de la reciente ejecución de Kenneth Eugene Smith y cómo se siente Rocky tras el cambio a la hipoxia por nitrógeno en Alabama?
Rocky no quiere morir. Ha dicho que cada vez que se oye hablar de la hipoxia por nitrógeno y de las ejecuciones se le revuelve el estómago. La reciente ejecución de Kenny Smith ha hecho que este nuevo método se convierta en una realidad aterradora. Según los informes de los testigos, no hay duda de que Kenny sufrió antes de morir. Es aún más horrible que esto le ocurriera a un hombre al que el Estado había aterrorizado un año antes con un intento de ejecución fallido y para quien el jurado había votado a favor de la cadena perpetua, como para Rocky. Solo nos cabe esperar que los problemas que se produjeron en la ejecución de Kenny hagan dar un paso a atrás al estado de Alabama y reconsiderar lo que está haciendo.
¿Dijo algo el juez en el juicio oral que la desconcertara? En este caso concreto, ¿qué cree que fue injusto?
Hay muchas injusticias en el caso de Rocky. Ya desde el principio, Rocky fue detenido y acusado sin más pruebas que la palabra de testigos que habían acusado antes a otra persona. Su condición de hombre negro pobre hizo que se le asignara un abogado de oficio, ya que Alabama no tiene sistema de defensa público de ámbito estatal. Los jueces elegidos son los que asignan el abogado a los ciudadanos pobres. En este caso, a Rocky se le asignó una persona que antes representaba al Ku Klux Klan.
El jurado de supuestos iguales que después vio el caso de Rocky estaba compuesto por 11 personas blancas y una negra. Las afirmaciones iniciales del propio abogado de Rocky fomentaron un prejuicio en su contra desde un principio: se refirió a la zona en la que vivía su cliente como “el mismísimo infierno”. No logró poner en entredicho las acusaciones en el juicio oral y creó división entre el jurado y su propio cliente con afirmaciones como las del inicio.
Al final, el jurado —compuesto por 11 personas blancas— condenó a Rocky, pero votó contra la condena a muerte recomendando la cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional. Sin embargo, en aquel momento, la legislación de Alabama permitía que un único juez pudiera invalidar tal decisión y condenar a muerte a Rocky. Este procedimiento ya no está permitido en Alabama, pero la Legislatura no lo aplicó retroactivamente y ha dejado a Rocky y a otras personas en el corredor de la muerte.
Todo esto es especialmente indignante en el caso de Rocky, porque cuando hablamos con una persona miembro del jurado supimos que había habido discrepancias entre quienes lo integraban: un grupo de jurados pensaba que Rocky no era culpable, pero llegaron a un acuerdo con los demás para votar a favor de su culpabilidad si acordaban que la condena fuera de cadena perpetua.
El de Rocky es un caso de un hombre negro con discapacidad intelectual que ya partía con desventaja debido a la pobreza y a un sistema de justicia quebrado.
Kacey Keeton, abogada de Rocky Myers
El de Rocky es un caso de un hombre negro con discapacidad intelectual que ya partía con desventaja debido a la pobreza y a un sistema de justicia quebrado. Su abogado no tuvo en cuenta ni puso sobre la mesa su discapacidad intelectual, lo que creó problemas en el caso. La raza, la pobreza y la desigualdad influyeron y dieron pie a numerosas situaciones injustas en el caso e Rocky y en muchísimos otros.
¿Qué planes tiene a partir de ahora para continuar con la causa?
Cuando Rocky perdió el último recurso de apelación me dijo que no quería el indulto; que estaba cansado y que no quería rogar a nadie por su vida. Le contesté que era afortunado, porque iba ser yo quien lo hiciera y no me importaba. Pero la conversación que tuvimos después fue mucho más seria. Le conté que el indulto en Alabama era en realidad algo sobre el papel y que solo se había concedido una vez: a una señora blanca el último día en el cargo del gobernador. Le dije que esperaba y rezaba para que le concedieran el indulto, pero que no le iba a mentir sobre las probabilidades. Le comenté también que, si nos permitía solicitar el indulto en su nombre, contaríamos su historia a toda persona que estuviera dispuesta a escucharla. Explicaríamos a la gente todo lo que no había ido bien en su caso. Y así lo hemos hecho. Tanto Rocky como cada uno de los miembros del equipo jurídico tenemos la esperanza de que su historia ayude a las personas a entender los problemas del sistema de justicia de Alabama y de los Estados Unidos. También confiamos en que contribuya a que no sucedan casos como el de Rocky.
Nuestro plan es seguir luchando para salvar la vida de Rocky. Seguimos trabajando para que otras personas se unan a esta lucha y tratando de educar a la ciudadanía en relación con injusticias que se han sucedido en el caso de Rocky y de demasiados otros en Alabama.
AYUDA A DETENER LA EJECUCIÓN DE ROCKY MYERS
Lee el artículo en primera persona de Kacey Keeton publicado en Newsweek