Alex: “Mi visión de la tecnología se nutre de las luchas políticas”

La cantidad cada vez mayor de escándalos de software espía en Europa y en todo el mundo fueron la señal de alarma para Alex, una activista rumana de 31 años que trabaja en un área en la que convergen los derechos humanos, la tecnología y las políticas públicas.

En su esfuerzo por encontrar la forma de usar su experiencia y conocimientos tecnológicos para propiciar el cambio político, Alex solicitó una beca del programa Digital Forensics Fellowship del Laboratorio sobre Seguridad de Amnesty Tech para formarse en ciencia forense digital. La beca de Digital Forensics Fellowship (DFF) es una oportunidad para que los defensores y defensoras de derechos humanos cuyo trabajo se desarrolle en la esfera de los derechos humanos y la tecnología puedan ampliar sus conocimientos.

Aquí, Alex comparte su trayectoria y su visión sobre el activismo en cuanto a la forma en que los defensores y defensoras de los derechos humanos con ideas similares pueden unirse a la lucha contra el software espía.

En el verano de 2022, vi un video de Claudio Guarnieri, antiguo director del Laboratorio sobre Seguridad de Amnesty Tech, en el que hablaba sobre Seguridad sin Fronteras en el congreso Chaos Communication de 2016. Después de seguir las investigaciones del Proyecto Pegasus y otros proyectos centrados en programas espía que se estaban usando para vigilar a periodistas y defensores y defensoras de derechos humanos, el llamado a la acción “Encuentra una causa y ayuda a otros” que hizo al final se me quedó grabado durante mucho tiempo después de haber visto la charla.

Cómo me convertí en activista tecnológica

Unos días después, Amnesty Tech anunció el lanzamiento del programa DDF. Fue una coincidencia que no cuestioné. A esas alturas, ya me había empeñado en buscar una forma más política y más participativa para compartir mi conocimiento. No se trataba de la tecnología por la tecnología, sino de activismo tecnológico para garantizar un cambio político.

Retrato de una mujer joven con cabello oscuro que mira hacia abajo, pensativa.
Alex es una activista rumana de 31 años que trabaja en un área en la que convergen los derechos humanos, la tecnología y las políticas públicas.

Seguí una trayectoria atípica para una tecnóloga. Antes de entrar a la universidad, mi sueño era ser una autora de ficción reconocida, pero luego cambié de rumbo y estudié automatización industrial. Estuve cinco años como desarrolladora en la industria de las TIC y dos como directora de Tecnologías para una ONG, en donde por fin me encontré usando mi conocimiento tecnológico para apoyar a periodistas y activistas.

Mi visión de la tecnología, al igual que mi aproximación al arte, se nutren de las luchas políticas y de la interrogante acerca de cómo se puede llevar una buena vida. Mi acción en favor de los derechos digitales sigue ese curso. Para mí, la tecnología es solamente una de las muchas herramientas que tiene la Humanidad a su disposición, y nunca debe ser una barrera que impida tener una vida digna, ni una herramienta para oprimir a nadie.

La tecnología es solamente una de las muchas herramientas que tiene la Humanidad a su disposición. Nunca debe ser una barrera que impida tener una vida digna, ni una herramienta para oprimir a nadie.

Alex, 31 años, becaria del programa Digital Forensics Fellowship

La oportunidad que ofrece el programa DDF coincidía con mis intereses y con la orientación que quería darle a mi activismo. Durante el programa de formación de un año, de 2022 a 2023, lo que aprendí resultó ser valioso para mi trabajo en favor de los derechos digitales.

En 2022 se presentó en la Unión Europea (UE) una propuesta de reglamento por el que se establecían normas para prevenir y combatir el abuso sexual de los menores. Me concentré en realizar acciones de promoción para dejar tan claro como fuera posible que perder la comunicación cifrada podría empeorar de manera patente la vida de todas las personas en la UE. Llevamos a cabo una campaña de sensibilización dirigida a periodistas, activistas y público en general sobre la importancia del cifrado de extremo a extremo. Nuestra comunicación se desarrolló bajo el lema “No sabemos lo valioso que es el cifrado hasta que lo perdemos”. Apti.ro, la organización rumana sin fines de lucro con la que trabajo, también participó en la campaña desarrollada en toda la UE, como parte de la coalición de organizaciones de la sociedad civil encabezada por la Red Europea de Derechos Digitales (EDRi). Para echar leña al fuego, en toda la UE estallaron escándalos relacionados con software espía. Mi país natal, Rumania, comparte fronteras con países en los cuales se ha demostrado el uso de software espía para invadir la vida privada de periodistas, opositores políticos al gobierno y defensores y defensoras de los derechos humanos.

Qué significa ser becaria

El Laboratorio sobre Seguridad nos impartió sesiones teóricas y prácticas sobre ciencia forense digital, y el grupo era un espacio vibrante y seguro para debatir sobre los retos a los que nos enfrentábamos. Depuramos y analizamos largo y tendido la deplorable tecnología de vigilancia, lo que contribuyó a formarnos nuestra propia perspectiva local.

La importancia de construir redes transfronterizas de cooperación y solidaridad se hizo patente para mí durante mi periodo de becaria. Supe de historias de luchas que libran personas que forman parte de organizaciones grandes y pequeñas por igual. Estoy convencida de que nuestras luchas están entrelazadas y de que uniremos fuerzas cada vez que sea posible.

Ahora que estoy trabajando con otras personas que también son activistas, intento no mencionar el término “forense”. Más bien hablo sobre custodiar nuestra propia seguridad y la privacidad de nuestras conversaciones. A menudo, las conversaciones que tenemos como activistas son acerca de cuidar de una parte específica de nuestra vida: nuestra seguridad cuando protestamos, nuestra confidencialidad cuando organizamos y nuestra privacidad cuando nos reunimos en línea. Nuestros dispositivos y datos son parte de este proceso, así como lo es nuestro cuerpo físico. A fin de cuentas, la ciencia forense digital solo es una forma más de cuidarnos.

La ciencia forense digital solo es una forma más de cuidarnos.

Alex, 31 años, becaria del programa Digital Forensics Fellowship

Trato de dar forma a los debates sobre los dispositivos de la gente de manera similar a como los médicos hablan sobre los síntomas de una enfermedad. La persona sobre cuyo dispositivo se está debatiendo es quien mejor puede juzgar los síntomas, y es importante no restarle importancia nunca a su aprensión. También es importante seguir los pasos de la ciencia forense de forma tal que les permita entender lo que está sucediendo y cuál es el propósito del procedimiento.

Nunca uso un enfoque genérico para todaos las personas, porque la situación del propietario o propietaria del dispositivo indica la manera en que este puede ser atacado o infectado.

El enfoque humano de la tecnología

Mi trabajo se centra en las personas y se orienta hacia la tecnología, y requiere atención y concentración para lograr resultados significativos. Si eres una persona activista interesada en trabajar en análisis forense digital, empieza indagando profundamente en las amenazas que observas en su contexto local. Si se están desarrollando varias campañas de phishing, profundiza en el análisis forense de la red y localiza a los propietarios de los dominios y la infraestructura.

En segundo lugar, conoce a las personas con quienes estás trabajando. Si a esas personas les interesa que sus comunicaciones sean seguras, ayúdalas a entender mejor cómo ocurren los ataques en la red móvil y sugiéreles aplicaciones de mensajería instantánea que protegen la privacidad y la seguridad de sus usuarios. Con el tiempo, serán capaces de detectar la “palabrería” que se usa para comercializar aplicaciones de mensajería que no están cifradas de extremo a extremo.

Por último, hay que ser fiel a esa parte de una a la que le encanta una historia bien contada y leer no sólo informes sobre campañas de software espía en curso, sino también descripciones narrativas de las personas implicadas. Pegasus: The Story of the World’s Most Dangerous Spyware, de Laurent Richard y Sandrine Rigaud, es un buen ejemplo que documenta tanto el aspecto técnico como el humano. El pódcast Shoot the Messenger, de PRX y Exile Content Studio, también es genial, porque se centra en Pegasus, comenzando desde el brutal asesinato de Jamal Khashoggihasta la reciente infección del dispositivo de la periodista y fundadora de Meduza, Galina Timchenko.

Debemos seguir haciendo esta investigación, no importa cuán difícil sea, y contando las historias de las personas afectadas por estas tácticas invasivas de espionaje. Sin este trabajo no tendríamos los avances políticos que hemos visto para frenar el desarrollo y el uso de esta atroz tecnología.

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