Pegah Sadeghi, asistente de investigación de Amnistía Internacional sobre Irán
Armita Garawand, una estudiante de 16 años, permanece en coma tras haber quedado inconsciente el 1 de octubre de 2023 en el metro de Teherán. Su hospitalización fue, al parecer, resultado de un enfrentamiento con alguien que trataba de imponer el cumplimiento de las degradantes y discriminatorias leyes iraníes sobre el uso obligatorio del velo. Su ingreso hospitalario coincide con una intensificación de la opresión contra las mujeres y las niñas por parte de las autoridades iraníes en los últimos meses.
Si aún estuviera en Irán, cada vez que saliera de casa tendría que elegir: renunciar a mi autonomía corporal y mi libertad o arriesgarme a ser objeto de hostigamiento, violencia, multas y encarcelamiento. Si saliera a la calle sin velo, también tendría miedo de perder mi coche, mi trabajo y mi libertad.
Por tanto, siento una gran admiración por las mujeres y las niñas que plantan cara a diario a las leyes iraníes sobre el uso obligatorio del velo con valentía. Siguen haciéndolo a pesar de la intensificación del asalto de las autoridades iraníes contra los derechos de las mujeres, incluido el aumento de las penas hasta niveles draconianos para castigar aún más el hecho de no llevar velo y así silenciar la disidencia.
Hace poco más de un año, Mahsa/Zhina Amini, de 22 años, murió bajo custodia días después de haber sido detenida —y, según informes fidedignos, torturada— por la llamada policía de la “moralidad”. Había sido detenida por incumplir las discriminatorias leyes iraníes sobre el uso obligatorio del velo y su muerte desencadenó un levantamiento popular sin precedentes en todo Irán, donde las personas manifestantes corearon “Mujer Vida Libertad”. Decenas de miles de personas se manifestaron también en otros lugares del mundo, Europa incluida, en solidaridad con las mujeres y las niñas de Irán. Dirigentes europeos emitieron declaraciones rotundas de solidaridad con la población de Irán y condenaron la represión de sus autoridades. Ante las muestras de solidaridad y apoyo llegadas desde Europa y otros lugares, la población se sintió respaldada.
Desde la muerte bajo custodia de Mahsa/Zhina Amini, las autoridades iraníes han infligido violencia a la población de Irán para aplacar las protestas y reprimir la disidencia con indecible crueldad. Las autoridades han cometido impunemente un sinfín de crímenes de derecho internacional, entre otros centenares de homicidios ilegítimos, la ejecución arbitraria de siete personas en relación con las protestas, decenas de miles de detenciones arbitrarias y tortura sistemática —incluidas violaciones y otros actos de violencia sexual— contra las personas detenidas y hostigamiento generalizado contra las familias de las víctimas.
A pesar de ello, las mujeres y las niñas de Irán han seguido oponiéndose con valentía a las discriminatorias y degradantes leyes de la República Islámica sobre el uso obligatorio del velo. Su osadía las ha llevado a afrontar castigos severos y violaciones de sus derechos humanos. Son innumerables las mujeres a quienes se les ha suspendido o expulsado de la universidad y negado el acceso a servicios bancarios. También se ha procesado y condenado a mujeres a penas de prisión y castigos degradantes, como lavar cadáveres.
Hasta la fecha, ni una sola autoridad iraní ha rendido cuentas por ordenar, planear y cometer violaciones de derechos humanos generalizadas y sistemáticas contra las mujeres y las niñas mediante la aplicación del uso obligatorio del velo.
Las autoridades iraníes, alentadas por la impunidad, han aplacado sin piedad las protestas y se han dirigido contra quienes pretendían conmemorar el aniversario del levantamiento.
Me alegró ver a dirigentes de la UE reafirmar su apoyo a las mujeres y las niñas iraníes frente a la represión de las autoridades del país. Sin embargo, el proyecto de ley de apoyo a la cultura de la castidad y el hiyab pone seriamente a prueba el compromiso expresado.
Este proyecto de ley, que se encuentra en la última fase de tramitación antes de su aprobación definitiva, regula aún más los métodos opresivos que utilizan las autoridades iraníes para ejercer control policial sobre las mujeres y las niñas, y castiga a quienes se atreven a defender sus derechos. Si el Consejo de Guardianes de Irán lo aprueba, impondrá una larga lista de sanciones que violarán gravemente los derechos de las mujeres y las niñas, y afianzará la violencia y la discriminación contra ellas. Además, en el proyecto de ley se equipara el hecho de no llevar velo a “la desnudez” y se prevén penas de prisión de hasta 10 años para quienes desafíen la legislación sobre el uso obligatorio del velo. Por otra parte, la ley ampliaría los poderes y facultades de los cuerpos de inteligencia y seguridad, incluidas la Guardia Revolucionaria, la Fuerza de Movilización para la Resistencia y la policía, permitiéndoles vigilar y oprimir aún más a las mujeres y las niñas. La aplicación de este proyecto de ley por parte de las diversas ramas políticas, de seguridad y administrativas de la República Islámica violaría aún más toda una serie de derechos sociales, económicos, culturales, civiles y políticos, e intensificaría el tipo de violencia que dio lugar a la muerte bajo custodia de Mahsa/Zhina Amini.
Me consta que la UE no es la defensora perfecta de los derechos de las mujeres. De hecho, algunos Estados miembros, como Francia, son culpables de someter a control policial la vestimenta de las mujeres. Desde septiembre, en Francia se impide a niños y niñas asistir a clase con abayas o qamis, prendas holgadas de uso tradicional en los países del Magreb y del Golfo, así como en África Occidental. Los países de la UE deben ir más lejos en lo que respecta a los derechos de las mujeres y las niñas y defender su derecho a la autonomía corporal, independientemente de dónde se produzcan las violaciones de derechos humanos. Expertos de la ONU han expresado su preocupación ante el nuevo proyecto de ley iraní sobre el uso obligatorio del velo, que podría equivaler a un “apartheid de género”, pues afirman que las autoridades parecen estar gobernando mediante una discriminación sistémica con la intención de reprimir a las mujeres y las niñas hasta conseguir su sumisión total.
Los líderes y lideresas de la UE deben exigir urgentemente a las autoridades iraníes que retiren el proyecto de ley de apoyo a la cultura de la castidad y el hiyab antes de su ratificación y que revoquen toda la legislación y normativa discriminatoria y degradante sobre el uso obligatorio del velo. También deben instarlas a anular todas las condenas contra mujeres y niñas por desacatar el uso obligatorio del velo, a retirar los cargos a aquéllas que se enfrentan a enjuiciamiento y a poner en libertad incondicional a las recluidas. La UE debe igualmente garantizar que los derechos humanos se articulan pública y claramente en sus relaciones con Irán, incluido el mandato del recién nombrado representante especial de la UE para la región del Golfo.
Es crucial que los Estados miembros de la UE emprendan también la vía judicial en el plano internacional para hacer rendir cuentas a las autoridades iraníes por ordenar, planificar y cometer violaciones de derechos humanos tan generalizadas y sistemáticas contra las mujeres y las niñas.