Angelina Jolie y Amnistía Internacional han unido sus fuerzas para crear un recurso destinado a que niños, niñas y jóvenes aprendan a conocer sus derechos, con la publicación de un nuevo libro que empodera a las y los adolescentes para alzar la voz contra la injusticia.
Know Your Rights and Claim Them (Conoce tus derechos y reclámalos) explica cómo nació el concepto de derechos de la infancia, ofrece guías sobre cómo defenderlos y proporciona una serie historias inspiradoras de jóvenes activistas en la primera línea del cambio en materia de derechos humanos.
El Día Internacional de la Niña de 2021, Khairiyah, de Tailandia, Janna, de Palestina, y Oluwatomisin, de Nigeria, comparten sus increíbles historias de activismo y demuestran que el cambio es posible cuando nos alzamos contra la injusticia.
“Quiero que las próximas generaciones tengan derecho a crecer en la misma naturaleza en la que crecí yo.”
Khairiyah Rahmanyah, de 19 años, nació en el seno de una familia de pescadores en el sur de Tailandia. Se trata de una zona con una rica biodiversidad, y su comunidad depende del mar para alimentarse y para ganarse la vida. En 2020, cuando tenía 17 años, Khairiyah lanzó una campaña contra el plan de gobierno tailandés de construir un gasoducto de gas natural entre Tailandia y Malasia.
“Nací hace 19 años en una familia de pescadores en la costa sur de Tailandia, en un pueblo llamado Chana. Mi vida, y la de toda la población de Chana, gira en torno al océano. La pesca es la principal fuente de sustento para la mayoría de la comunidad, que exporta su pescado a través de Asia a países como China, Vietnam, Corea y Japón.
En Chana, la pesca es un negocio familiar. Los fines de semana, los niños y las niñas de la zona salen al agua a ayudar a sus padres a pescar. Tengo recuerdos fantásticos de fines de semana en el mar con mi padre. Además de proporcionarnos ingresos, el mar es una rica fuente de alimentos. Además, en las aguas que rodean mi pueblo habitan especies marinas en peligro, como tortugas de mar y los raros delfines rosas.
Todo cambió en Chana cuando empezaron a construir zonas industriales alrededor del pueblo en 2019. El gobierno planeaba instalar un gasoducto de gas natural entre Tailandia y Malasia, que debe construirse profundamente bajo el agua. El barco que utilizaron para comenzar estos trabajos medía unos 30 metros de longitud. Impedía a los pescadores hacer su trabajo, y a los niños y niñas jugar en el mar.
Las estructuras que estaban construyendo tendrían un enorme impacto en la vida de la población local y en la biodiversidad. Chana es sostenible: puedes ver la vida marina, toda la zona era verde; pero, cuando empezó esta obra, las cosas cambiaron, y resultaba difícil adaptarse. Lo que el gobierno trata de hacer está destruyendo nuestras vidas.
En 2020, cuando tenía 17 años, lancé una campaña contra el plan del gobierno tailandés de convertir Chana en un área industrial. Dediqué muchas horas a formar parte de piquetes y viajé 1.000 kilómetros hasta la sede del gobierno en Bangkok para entregar al primer ministro una carta en la que se le pedía que detuviera el proyecto.
A consecuencia de ello, el proyecto está en suspenso. Hay una nueva consulta, y se está llevando a cabo labor de investigación, esta vez con la participación de la comunidad.
Vivo con el mar, como del mar y he crecido con el mar. Hay un vínculo entre nosotros, un vínculo muy fuerte. Crecí viendo a mi padre y mi madre proteger Chana y quiero ser adulta en un lugar lleno de riqueza medioambiental como el que tenemos ahora. Quiero que las próximas generaciones tengan derecho a crecer en la misma naturaleza en la que crecí yo. Si eres joven y quieres lograr cambios, tienes que luchar por ellos. Es la única manera en que podemos disfrutar de nuestros derechos humanos básicos.
No puedo explicar con palabras cómo me siento al ser parte de este libro; estoy muy orgullosa de mí misma, pero más aún por el hecho de que puedo representar las historias de la gente de mi comunidad. Hay muchas personas que han luchado conmigo. Yo no estoy haciendo esto sola; represento a mi comunidad.”
“¿Por qué iba a quedarme callada si quiero cambiar la realidad de lo que estamos viviendo y lo que aún estamos soportando?”
Janna Jihad, de 15 años, creció en el pequeño pueblo palestino de Nabi Saleh
En 2009, cuando Janna tenía tres años, su comunidad empezó a celebrar manifestaciones semanales, que fueron reprimidas con violencia. Cuando tenía cinco, el ejército israelí mató a su tío y amigo. A los siete decidió actuar. Utilizaba el teléfono de su madre para grabar las luchas a las que se enfrentaba a diario y convertirse en una reportera de derechos humanos. Para cuando llegó a la adolescencia, sus vídeos en directo eran vistos por cientos de miles de personas en todo el mundo. En 2018, Janna se convirtió en la periodista palestina con acreditación de prensa más joven del mundo, a la edad de 12 años.
“Crecer en mi país es durísimo. He vivido toda mi vida bajo la ocupación, oyendo sus sonidos, como los disparos de botes de gas lacrimógeno por el aire. He tenido miedo de que me mataran, me detuvieran o me hirieran. Nunca he podido jugar con mis amigas y amigos tranquilamente. No llevamos una vida normal.
Me hice periodista a los siete años, cuando vi que no se informaba lo suficiente sobre lo que estábamos viviendo. Vi cómo mataban a mi tío y a mi primo. A mi madre la hirieron. Me di cuenta de que no había suficiente gente que supiera lo que sentíamos. Fui consciente de que tenía que hacer algo, así que empecé a utilizar el teléfono de mi madre para grabar vídeos. Compartir las historias de niños y niñas de Palestina es mi mayor logro, y estoy muy orgullosa de tener una plataforma desde la que compartir mi vida y mis luchas cotidianas. Contar con una familia que me apoya me ha ayudado a defender los derechos de la población palestina. Me está criando mi madre sola, y el haber sido testigo de su fuerza viviendo en una sociedad patriarcal me ha servido de inspiración.
He crecido en una familia activista. Comenzamos nuestras manifestaciones semanales en 2009. Los soldados israelíes solían tratar de reprimirnos. Nosotros marchábamos, y entonces venían las tropas, te interrogaban y te detenían. El haber crecido en una familia activista —escuchando los relatos de mi abuela o mi abuelo, oyendo a mis tíos hablar de ser detenido, aprendiendo sobre la resistencia— me inspiró para no quedarme callada. Es imposible guardar silencio en una situación así. ¿Por qué iba a quedarme callada si quiero cambiar la realidad de lo que estamos viviendo y lo que aún estamos soportando?
No puedo ir a la escuela sin pasar por un control israelí. Nos han colonizado con un sistema que viola nuestros derechos más básicos y fundamentales. Por eso es importante que los niños y las niñas sepan cuáles son sus derechos, para que puedan alzar la voz cuando esos derechos se violen. Alzarnos por nuestros derechos puede ser una de las maneras más efectivas de oponer resistencia a la ocupación. Leer libros sobre tus derechos puede ser sumamente educativo e informativo. Puede ser una vía para que los niños y las niñas aprendan sobre sus derechos. También pueden aprender sobre los derechos de otras personas, y defenderlos.
La resistencia se puede ejercer de millones de maneras, y yo creo que la juventud es la que va a cambiar las cosas. Nuestra generación está harta de todo esto. Cuando hablo con amigos y amigas de mi edad, tenemos tanta energía. Queremos acabar con las injusticias en el mundo. Creo que somos la generación del cambio, pero tenemos que saber cómo reclamarlo. Confío en que podamos unirnos y poner fin al racismo, el apartheid y los asentamientos. Es muy importante que nos unamos. Es la única manera de conseguir cambios en este mundo.
Mi esperanza es una Palestina liberada: un país sin controles, sin redadas, sin bombas, sin miedo. Vivir en mi casa, en un lugar donde esté a salvo. Sólo quiero una vida normal y pacífica con justicia e igualdad para todas las personas, donde todo el mundo viva en paz y armonía.”
“Los derechos humanos son lo más importante que puedes tener.”
A los 12 años, Oluwatomisin (Tomisin) Jasmin Ogunnubi desarrolló una aplicación de móvil llamada ‘My Locator’ (Mi localizador), que ganó un premio.
Esta aplicación de seguimiento de seguridad se ha diseñado pensando en los niños y las niñas, y tiene un botón de alerta que conecta con el número de los servicios de emergencia del estado de Lagos. La adolescente decidió desarrollar la aplicación después de años de secuestros y raptos de niños y niñas en Nigeria, incluido el tristemente famoso ataque de 2014 en el que Boko Haram capturó en Chibok a 279 niñas de una escuela. Tomisin, que ahora tiene 18 años, también ha creado una iniciativa, Girl Bridge, para proporcionar tutoría a niñas.
“Tuve la suerte de nacer en un hogar privilegiado comparado con el de otros niños y niñas. Recibí protección y otros derechos humanos. No me di cuenta de que las cosas iban mal hasta que fui más mayor. Entonces empecé a ver una realidad diferente. Vi con claridad que la gente se enfrenta a la corrupción, la pobreza y la desigualdad de género. El trabajo infantil era otro problema enorme. Ver las realidades a las que se tenía que enfrentar la gente me hizo querer encontrar soluciones. Desarrollé mis conocimientos de codificación y ciencias informáticas, y quise utilizarlos para hacer algo bueno.”
“Tuve miedo cuando secuestraron a las niñas de Chibok —un internado similar al mío— y se las llevaron. Yo entonces tenía 11 o 12 años. Podría haberme pasado a mí. Fueron momentos de mucho miedo. La aplicación pretendía ser un experimento: ¿podía yo hacer algo para aliviar la inseguridad en mi comunidad? Con ella, si alguien se encuentra en una situación de emergencia, puede pulsar un botón y enviar información a contactos elegidos. La aplicación lleva ya más de 1.000 descargas. Uno de los motivos del reconocimiento fue que no ves a niñas de mi edad en los estudios de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Pero esas materias no son sólo para chicos.”
“El utilizar lo que tengo para aportar un valor añadido es algo que he aprendido de mis padres. Técnicamente, ése sería el núcleo del activismo: aportar valor para la gente. Además, mi madre es especialista en cuestiones de género y defensora de los derechos humanos, y eso me impulsó a pensar más en esos temas y cuestiones.”
“Los derechos humanos son lo más importante que puedes tener. Puedes encontrarte en una situación en la que tus derechos estén amenazados, y saber cuáles son esos derechos puede impedirlo. Cuando tienes información sobre tus derechos puedes impedir los abusos o los malos tratos. Te da poder contra la gente que quiere socavarte. Por ejemplo, si mucha gente supiera que la educación es un derecho, se la reclamarían al gobierno. Te hace querer presionar para lograrlo. No es normal no recibir esa educación. Conocer tus derechos aumenta mucho tu poder. Puedes alzarte como activista y reclamar que no se maltrate a tu comunidad. Puedes mejorar vidas.”
“La gente que lee “Know Your Rights and Claim Them” (Conoce tus derechos y reclámalos) puede obtener ideas a partir de estas historias para poder reclamar sus derechos y conseguir una mejora de su situación. El libro se dirige a gente de todas las esferas sociales y empodera a a toda una comunidad de jóvenes.”
“Me apasiona salvar el abismo en ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas. Las niñas, si reciben los recursos necesarios, pueden hacer grandes avances. No tenemos que marginar a la gente por ser quien es. Confío en un futuro en el que haya menos personas discriminadas, en gran parte porque conocen sus derechos y pueden usar ese conocimiento en su beneficio.”
Know Your Rights and Claim Them está disponible en Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia. Puede encontrarse online y en todas las buenas librerías. El curso de educación en derechos humanos de Amnistía Internacional está ya disponible online en la Academia de Derechos Humanos. El año que viene se publicará en más idiomas.