Desde insultos hasta violencia sexual, las defensoras de los derechos humanos son objeto de un ataque global

Los gobiernos no están protegiendo a las defensoras de los derechos humanos y las personas defensoras de los derechos de las mujeres y de cuestiones de género y sexualidad (WHRD, por sus siglas en inglés), que habitualmente afrontan una amplia variedad de ataques vinculados específicamente con el género, como la violación, por su labor de promoción de los derechos relativos a mujeres, igualdad de género y sexualidad, ha afirmado Amnistía Internacional en un nuevo informe el Día Internacional de las Defensoras de Derechos Humanos.

“Desafiar al poder, combatir la discriminación: Llamada a la acción para reconocer y proteger a las defensoras de los derechos humanos y a las personas defensoras de los derechos de las mujeres y de cuestiones de género y sexualidad” revela que estas activistas siguen siendo objeto de agresión, amenazas, intimidación, criminalización e incluso homicidio por su activismo. Todo ello, a pesar de los reiterados compromisos de mejorar su protección, incluida la aprobación de una resolución de la ONU hace seis años.

“Las WHRD son atacadas por ser quienes son y hacer lo que hacen. Los peligros son aún mayores para aquellas que sufren formas interseccionales de discriminación. Si eres mujer y además perteneces a una minoría racial o eres indígena, pobre, lesbiana, bisexual, trans, o trabajadora sexual tienes que luchar mucho más para que quienes tienen el poder escuchen tu voz”, ha declarado Kumi Naidoo, secretario general de Amnistía Internacional.

“En todo el mundo, las defensoras de los derechos humanos están denunciando injusticias, abusos y discriminación, a menudo porque los han sufrido en primera persona. Son fundamentales para el progreso humano: luchan por los derechos humanos y contra el patriarcado y el racismo, al tiempo que ejercen presión para que se lleven a cabo reformas pioneras en muchísimos frentes. Los gobiernos deben cumplir con su compromiso de garantizar que estas activistas pueden actuar con libertad y seguridad.”

Política de demonización

Aunque el movimiento feminista de derechos humanos para proteger los derechos de las mujeres, las personas LGBTI y otros grupos marginados es más fuerte que nunca, durante los últimos años está sufriendo una presión creciente por parte de políticos, líderes religiosos y grupos violentos que propagan una política de demonización. Debido a que con frecuencia las WHRD están en primera línea del progreso, a menudo son las primeras en sufrir ataques en las ofensivas cada vez más frecuentes contra un mundo más inclusivo y justo.

Por ejemplo, en Polonia, este colectivo, que ha liderado protestas multitudinarias en la calle contra los intentos de restringir el acceso al aborto, ha sido objeto de ataques y ha documentado otras violaciones de los derechos de las mujeres y las personas LGBTI que están teniendo lugar en un clima en el que ha aumentado el sentimiento racista y contrario a la inmigración.

Violencia sexual

Es habitual que para acallar a las WHRD se emplee la violencia, incluida la violencia sexual como forma de tortura.

En Bahréin, Ebtisam El-Saegh, WHRD de la organización Salam por la Democracia y los Derechos Humanos, fue agredida sexualmente, golpeada de forma brutal, pateada en el vientre y obligada a permanecer de pie durante la mayor parte de las siete horas que pasó siendo interrogada bajo custodia en 2017.

“Me amenazaron con hacer daño a mi familia y con que traerían a mi esposo y lo torturarían y electrocutarían. Los hombres me dijeron: ‘nadie puede protegerte’”, contó a Amnistía Internacional.

En Egipto, Malak al-Kashef, WHRD transgénero, de 19 años, fue detenida en marzo de 2019 a raíz de su implicación en manifestaciones pacíficas en El Cairo. Se enfrentó a los cargos falsos de “ayudar a una organización terrorista” y “hacer uso indebido de las redes sociales para cometer un delito punible por la ley”.

Bajo custodia, fue sometida a un examen anal forzado y otras formas de agresión sexual. Aunque se estaba sometiendo a tratamiento de afirmación de género, Malak fue recluida en un centro de detención para hombres, lo que la exponía a un riesgo mayor de sufrir violencia sexual. Quedó finalmente en libertad en julio de 2019.

A diferencia de otras personas que defienden los derechos humanos, las WHRD tienen más probabilidades de sufrir violencia y otros tipos de presión por parte de sus parejas y familiares. Pueden ser objeto de violencia de género en el ámbito familiar y abusos basados en distintas concepciones del “honor”, amenazas de divorcio o de ser separadas a la fuerza de sus hijas e hijos.

Campañas de desprestigio

Las mujeres activistas a menudo son sometidas a campañas de desprestigio que vilipendian su “comportamiento desviado” y están concebidas para alimentar la hostilidad hacia ellas.

Tras rescatar a personas migrantes en el Mediterráneo central en junio de 2019, Carola Rackete, la capitana italiana del barco de rescate Sea-Watch 3, fue insultada repetidamente por el ministro del Interior italiano, que la llamó pirata y delincuente. A los insultos de éste siguieron terribles ataques verbales por parte de otras personas, que incitaban a cometer actos de violencia sexual contra ella, atacándola también por razón de su género y su aspecto.

En Mauritania, Mekfoula Brahim, una WHRD que ha hecho campaña para poner fin a la mutilación genital femenina, fue tildada de apóstata en publicaciones en Facebook en 2016 tras defender a un bloguero condenado a muerte por criticar a quienes usan la religión para discriminar a las minorías. El insulto la expuso al riesgo de ser enjuiciada y condenada a muerte.

Amnistía Internacional pide a los Estados que investiguen los ataques contra WHRD y hagan rendir cuentas a los responsables. Asimismo, los Estados deben educar a su ciudadanía sobre los derechos de las personas que defienden todos los derechos humanos, así como proporcionar mecanismos de financiación y protección adaptados a las necesidades de las WHRD.

“Es fundamental que quienes ostentan el poder reconozcan a las defensoras de los derechos humanos como agentes del cambio para la obtención de justicia, igualdad, paz y desarrollo sostenible. Estas mujeres deben ser celebradas y protegidas por la valiente labor que desempeñan para mejorar todas nuestras vidas, pero especialmente las de las comunidades más marginadas”, ha afirmado Kumi Naidoo.