DERECHOS LGBTI

En todo el mundo, hay gente que sufre agresiones por la persona a la que ama, por cómo viste y, en último extremo, por quién es.

Son demasiados los países en los que ser lesbiana, gay, bisexual, transgénero o intersexual (LGTBI) supone soportar a diario la discriminación. Esta discriminación puede basarse en la orientación sexual de la persona (por quién siente atracción), en su identidad de género (cómo se define como persona, al margen de su sexo biológico), su expresión de género (cómo expresa su género al vestirse, peinarse o maquillarse) o sus características sexuales (por ejemplo, sus genitales, cromosomas, órganos reproductivos o niveles hormonales).

Desde los insultos hasta el acoso, pasando por la negación de puestos de trabajo o de atención médica adecuada, el abanico de tratos discriminatorios es tan amplio como pernicioso. Y puede llegar a ser letal.

En muchísimos casos, la gente LGBTI es hostigada por la calle, golpeada y, a veces, asesinada, sólo por ser como es. Entre octubre de 2017 y septiembre de 2018, una oleada de violencia contra la población transexual se cobró la vida de, al menos, 369 personas. Asimismo, en todo el mundo, se obliga a muchas personas intersexuales a someterse a peligrosas, invasivas y completamente innecesarias operaciones, cuyos efectos secundarios tanto físicos como psicológicos pueden durar de por vida.

Dos personas sostienen una muñequera por la erradicación de la homofobia durante el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, en Nairobi (Kenia). Diciembre de 2010.

A veces la hostilidad contra la población LGTBI es atizada por los mismos gobiernos que deberían protegerla. En Chechenia, una campaña patrocinada por el Estado dio lugar a agresiones contra hombres gays, algunos de los cuales fueron secuestrados, torturados e, incluso, asesinados. En Bangladesh, grupos armados han asesinado a machetazos a activistas LGBTI, pese a lo cual ni la policía ni el gobierno han tomado medidas de calado para impartir justicia a las familias de las víctimas. En muchas partes de África subsahariana, la población LGBTI vive con el temor de ser identificada, y agredida por ello, o incluso asesinada.

Las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo se consideran delito en 70 países, y en 9 de ellos —como Arabia Saudí, Irán, Sudán y Yemen— pueden castigarse con la pena de muerte. Incluso en los lugares en los que esta legislación tan restrictiva no llega a aplicarse, su mera existencia refuerza los prejuicios contra la población LGTBI, que se siente desprotegida ante actos hostigamiento, chantaje y violencia.

Los defensores y defensoras de los derechos LGBTI han superado enormes desafíos, poniendo en grave peligro su propia seguridad personal para denunciar abusos contra los derechos humanos de la población LGBTI, y obligar a cambiar las leyes que la discriminan. Desde que se introdujo el concepto de Orgullo y se instauraron días internacionales de reconocimiento, como el Día Internacional contra la Homofobia, Transfobia y Bifobia (también conocido como IDAHOT), la población LGBTI está forjando alianzas y promoviendo en todo el mundo el sentimiento de orgullo por ser como es. Los esfuerzos colectivos de las organizaciones activistas de todo el mundo han dado frutos reales. Hoy día, al menos 43 países catalogan los delitos de homofobia como delitos de odio. Y a fecha de mayo de 2018, 24 países han legalizado el matrimonio entre personas del mismo sexo.

El concepto de orientación sexual hace referencia a la persona por la que alguien siente atracción y con la que entabla una relación. La orientación sexual es algo personal, y corresponde a cada persona decidir cómo la define, y si lo hace. Para algunas personas, esto puede variar a lo largo del tiempo.

La orientación sexual puede ser, por ejemplo, lésbica (mujeres que se sienten atraídas por otras mujeres), gay(hombres que se sienten atraídos por otros hombres), bisexual (personas que se sienten atraídas tanto por hombres como por mujeres), pansexual (personas que se sienten atraídas por otras personas, al margen de su género) o asexual (personas que no se sienten sexualmente atraídas por nadie).

Marielle Franco, defensora bisexual de los derechos humanos en Brasil, luchó incansablemente por los derechos de la población LGBTI, de las mujeres y de muchas personas que son víctimas de actos de brutalidad policial en Brasil. Fue asesinada el 14 de marzo de 2018 cuando volvía a casa tras haber participado en un debate.

El término “transgénero”, o “trans”, alude a las personas cuya identidad o expresión de género no se ajusta a las expectativas convencionales basadas en el sexo físico que se les asignó al nacer.

No todas las personas transgénero se identifican como hombres o mujeres: hay quienes consideran que tienen más de un género y quienes afirman no tener ninguno.

Algunas personas transgénero deciden hacer la transición, es decir, vivir su vida de conformidad con su verdadero género. Este proceso de transición no es único. Algunas de ellas empiezan a utilizar otro género gramatical y otro nombre, solicitan el reconocimiento legal de género o se someten a cirugía de afirmación o a tratamientos hormonales.

El hecho de que una persona sea transgénero no tiene nada que ver con su orientación sexual: un hombre trans puede ser gay, al igual que una mujer trans puede ser lesbiana.

En algunos países, la población trans puede conseguir que su género sea legalmente reconocido. Sin embargo, en la mayoría de los casos, deben someterse a humillantes procesos —incluido un diagnóstico psiquiátrico y una esterilización irreversible—, que violan sus derechos humanos. Sólo en siete países no existen estos procesos, a saber: Argentina, Bélgica, Colombia, Dinamarca, Irlanda, Malta y Noruega.

Sakris Kupila es un activista transgénero de Finlandia que lucha por cambiar la legislación que obliga a la población transgénero a esterilizarse para obtener el reconocimiento legal de su género. © Amnesty International

Cuando una persona nace con características sexuales diferentes a lo que de forma convencional se considera masculino o femenino, se dice que es intersexual. Por ejemplo, en algunos casos, la persona tiene características tanto masculinas como femeninas. Otro ejemplo es cuando la estructura cromosómica de una persona no es típicamente ni masculina ni femenina. Estas características pueden ser observables al nacer, o hacerse más evidentes durante la pubertad o después de ésta.

Muchas personas intersexuales son sometidas a cirugías “normalizadoras” invasivas, innecesarias e irreversibles —a menudo durante la niñez o, a veces, más tarde—, que les producen extraordinarias dificultades físicas y mentales a largo plazo.

Tener relaciones sexuales con una persona del mismo sexo es ilegal en 70 países. En Bangladesh, Barbados, Guyana, Sierra Leona, Qatar, Uganda y Zambia pueden condenarte a cadena perpetua. En 8 países, la homosexualidad se castiga con la muerte: Afganistán, Arabia Saudí, Brunei, Irak, Irán, Mauritania, Pakistán, Sudán y Yemen.

A fecha de mayo de 2019, el matrimonio entre personas del mismo sexo se reconoce en 26 países, entre ellos Argentina,Canadá, Irlanda, Malta, Sudáfrica y Uruguay. Taiwán se comprometió recientemente a decir sí al matrimonio igualitario, aunque no lo ha consagrado en la ley, y Amnistía Internacional está pidiendo a Japón que siga su ejemplo.

El Orgullo puede revestir numerosas formas —desde desfiles carnavalescos a proyecciones de películas y debates— y es un momento dedicado a ensalzar a la población marginada por la definición estricta de “hombre“ y ”mujer”. A lo largo de todo el año, se organizan actos, según el lugar. En América y Europa, la temporada empieza normalmente en junio, mientras que en Sudáfrica la temporada del Orgullo es entre los meses de febrero y marzo. Todos estos actos brindan a la población LGTBI la oportunidad de demostrar que no se esconde y que está orgullosa de ser como es. Los festejos del Orgullo están prohibidos en varios países, entre ellos Arabia Saudí, Rusia, Uganda y, más recientemente, Turquía. El Orgullo ensalza el movimiento LGTBI en toda su diversidad, y sirve de altavoz a la reivindicación de respeto y protección para los derechos LGTBI.

En Turquía, los y las activistas han organizado el Orgullo de Estambul y asistido a él desde 2003. Sin embargo, en 2016 fue prohibido.

Toda persona debe poder sentirse orgullosa de ser quien es y de amar a quien ama. Todas las personas tenemos derecho a expresarnos con libertad. El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos (que consagró por primera vez los derechos de todas las personas) protege el derecho de toda persona a expresarse con libertad.

Erradicar la homofobia y la transfobia salva vidas. El acoso contra la población LGBTI pone a aquellas personas que se identifican como LGBTI en una situación de grave peligro de sufrir daños físicos y psicológicos. Toda persona tiene derecho a la vida, la libertad y la seguridad.

Si acogemos a la población LGBTI y entendemos sus identidades, podremos aprender a eliminar muchas de las limitaciones que imponen los estereotipos de género. Estos estereotipos son nocivos para toda la sociedad, ya que definen y limitan cómo se supone que debemos vivir la vida. Si los eliminamos, todas las personas serán libres de desarrollar todo su potencial, sin limitaciones sociales discriminatorias.

La población LGBTI y, en especial, quienes no se ajustan a las convenciones de género, a menudo corren peligro de sufrir exclusión económica y social. La lucha por leyes más inclusivas, al margen de la orientación sexual y la identidad de género, permitirá a estas personas realizar sus derechos a la salud, la educación, la vivienda y el empleo.

En todo el mundo los y las simpatizantes de Amnistía Internacional alzaron la voz a favor de los derechos LGBTI en Rusia cuando empezaron a llegar noticias sobre el secuestro, tortura y asesinato de hombres gays en Chechenia en el contexto de una campaña patrocinada por el Estado.

Hemos asumido el compromiso de combatir la discriminación de la población LGTBI en todo el mundo. Formulamos recomendaciones a los gobiernos y a otros líderes influyentes sobre cómo mejorar las leyes y proteger los derechos de la población, al margen de la orientación sexual y la identidad de género de cada persona.

Tras una campaña de Amnistía Internacional, el tribunal de más alta instanciade Taiwán resolvió que la prohibición del matrimonio entre personas del mismo sexo era inconstitucional.Así, en mayo de 2019, Taiwán se convertía en el primerlugar de Asia quereconocía el matrimonio entre personas del mismo sexo.

En otras zonas, nuestro trabajo ha influido mucho en las nuevas leyes de GreciaDinamarca y Noruega, por las que los gobiernos de esos países reconocen legalmente el verdadero género de las personas.

Aunque el movimiento LGBTI ha conseguido, sin duda,notables avances, aún queda trabajo por hacer. Amnistía Internacional ayuda alos y las activistas de todo el mundo, elaborando recursos sobre los distintostemas que afectan a la población LGBTI, como la carpeta de materiales de incidenciaque se puede utilizar para combatir la discriminación en el África subsahariana yla serie Body Politics (políticas del cuerpo), concebida parasensibilizar sobre la criminalización de la sexualidad y la reproducción.