La prisión preventiva impuesta a seis defensores y defensoras de los derechos humanos es una terrible afrenta a la justicia y marca un nuevo mínimo en la campaña represiva posterior al golpe de Estado en Turquía, ha afirmado Amnistía Internacional.
La directora de Amnistía Internacional Turquía, Idil Eser, que está entre las personas sometidas a prisión preventiva, fue detenida junto a otros nueve defensores y defensoras de los derechos humanos cuando asistía a un taller rutinario el 5 de julio. Cuatro han quedado en libertad bajo fianza a primera hora de esta mañana pero continúan sujetos a investigación. Estas 10 personas son infundadamente sospechosas de “cometer un delito en nombre de una organización terrorista sin pertenecer a ella”. Las seis que han quedado en prisión preventiva se suman al presidente de Amnistía Internacional Turquía, Taner Kiliç, que está encarcelado.
“La fiscalía turca ha tenido 12 días para establecer lo evidente: que estos activistas son inocentes. La decisión de seguir adelante con su procesamiento demuestra que la verdad y la justicia se han vuelto completamente desconocidas en Turquía", ha afirmado el secretario general de Amnistía Internacional, Salil Shetty.
“No es una investigación legítima, sino una caza de brujas por motivos políticos que augura un futuro aterrador para los derechos humanos en Turquía.”
Entre otras acusaciones extravagantes, se pretende relacionar a Idil Eser con tres organizaciones terroristas opuestas y sin vinculación entre ellas a través de su trabajo con Amnistía Internacional. La petición de la fiscalía de prisión preventiva para ella se refiere a dos campañas de Amnistía Internacional, ninguna de las cuales fue obra de la Sección Turca, y una de ellas llevada a cabo cuando Idil todavía no se había unido a la organización.
Una de las acusaciones formuladas contra İlknur Üstün, de la Coalición de Mujeres, era que había solicitado fondos a “una embajada” para apoyar un proyecto sobre “igualdad de género, participación en la elaboración de políticas y presentación de informes”.
“Hoy hemos sabido que defender los derechos humanos ha pasado a ser delito en Turquía. Se trata de un momento crítico para Turquía y para la comunidad internacional”, ha dicho Salil Shetty.
“Los dirigentes del mundo deben dejar de morderse la lengua y de actuar como si no pasara nada. Deben ejercer presión sobre las autoridades turcas para que suspendan la investigación y liberen de inmediato y sin condiciones a estos defensores y defensoras de los derechos humanos.”