Comprender la “I” de LGBTI

¿Sabes qué significa el término intersexual?
Si la respuesta es no, no eres el único o la única a quien le pasa. Mucha gente no es capaz de explicar qué significa ni de decir cuáles son los problemas a los que se enfrentan las personas intersexuales. Además del estigma y la discriminación, muchos niños y niñas que nacen intersexuales sufren cirugías médicas innecesarias en sus primeros años, que dan forma irrevocablemente a sus vidas antes de que puedan siquiera expresar su opinión.
Con motivo del Día de la Visibilidad Intersex (27 de octubre), hemos estado hablando con la destacada líder intersexual Kitty Anderson, que durante los últimos dos años y medio ha dedicado su tiempo a luchar por los derechos de las personas intersexuales.
¿Qué significa ser intersexual?
El término intersexual es un término general que abarca a un amplio grupo de personas cuyas características sexuales quedan fuera de las “normas” típicas binarias de masculino o femenino. Entre esas características pueden incluirse características sexuales primarias, como los genitales internos y externos, los sistemas reproductores, los niveles hormonales y los cromosomas de sexo, o características sexuales secundarias que se hacen patentes en la pubertad.
La intersexualidad consiste en una serie de características biológicas, no en tu identidad de género en sí. Tampoco trata de tu orientación sexual: las personas intersexuales tienen muchas orientaciones sexuales.
¿Cómo descubriste que eras intersexual?
Yo lo descubrí a los 13 años, y me quedé totalmente aterrada. A veces hay un montón de secreto y estigma en torno a la intersexualidad, y era algo que a mí me habían ocultado. Pero cuando, dos años después, nació mi primo –que también es intersexual–, mi familia no lo mantuvo en secreto, y fue un proceso sanador para todos.
Me llevó mucho tiempo superar el sentimiento de que era algo que no debía mencionar, y eso afecta a tu vida social. Cuando surgían temas como la menstruación o tener hijos, yo me limitaba a asentir y seguir la conversación, porque era lo que se esperaba de mí. Pero no quería.
Empecé a hablar por primera vez de mi intersexualidad cuando fui de intercambio a Australia; pensé: “estoy en otro país, voy a probar aquí”. Así que, cuando conocía a gente nueva, presentaba mi intersexualidad como una parte de lo que soy, y no tuve ningún problema al respecto; un par de personas hicieron comentarios raros o inadecuados, pero no era lo habitual.
Cuando, a los 19 años, volví a casa, en Islandia, empecé a hablar más sobre el tema. No es que fuera por ahí gritando, “¡hola, soy intersexual!”, pero llegué a un punto en el que podía hablar de ello, y estaba bien. Ahora es algo que simplemente forma parte de mí, y sale en las conversaciones porque he dejado de moderar lo que digo. La intersexualidad ha estado tan oculta y tan por debajo del radar que muchas personas perdieron de hecho la oportunidad de conocer a otras personas intersexuales, y eso ha dificultado crear una comunidad.
¿A qué problemas de derechos humanos se enfrentan las personas intersexuales?
Para “normalizar” a las personas que nacen intersexuales y que encajen en un aspecto masculino o femenino tradicional, se hacen intervenciones médicas a niños y niñas muy pequeños.
La mayoría de esas intervenciones consisten en cirugía por motivos cosméticos o sociales, para adaptarse al aspecto normal de los genitales de un niño o niña. Algunos de estos procedimientos son la reducción del clítoris (en la que eliminan todas las terminaciones nerviosas para que el clítoris se vea más pequeño), o cirugías para extirpar gónadas internas (ovarios o testículos), cirugías para crear una nueva vagina o cirugías para normalizar el aspecto del pene.
Estas intervenciones, invasivas y que cambian la vida, tienen lugar antes de que el niño o la niña pueda siquiera manifestar su opinión sobre lo que se le está haciendo.
En general, las intervenciones quirúrgicas se llevan a cabo hoy día con el consentimiento de los progenitores. Pero la información que se les da a éstos sobre las cirugías, o sus consecuencias, es a menudo cuestionable. Se espera de los padres y las madres den su consentimiento a tratamientos que pueden tener consecuencias a largo plazo sobre la salud: por ejemplo, pueden obligar a que el niño o la niña necesite tratamiento hormonal toda su vida. Pero, en realidad, estos niños y niñas deberían tener derecho a tomar por sí mismos esas decisiones tan importantes sobre su propio cuerpo.
¿Crees que ese concepto binario de género masculino/femenino perpetúa los problemas a los que se enfrentan las personas intersexuales?
¡Por supuesto! Al existir un sistema binario muy sólido respecto al género, muchas personas trazan una línea recta entre género y sexo. Nos dicen que hay dos sexos con diferentes expectativas, según seas hombre o mujer. Toda esta división o visión tan estricta genera problemas si no encajas en ese molde. Estamos aún en una situación en la que se espera un sistema binario en cuanto al género, y ese sistema se fuerza en los cuerpos de los niños y niñas, y se aplica al aspecto físico de los niños y niñas intersexuales a una edad muy temprana y con métodos brutales.
Lo que yo experimenté personalmente, y lo que vi vivir a mi primo más joven, me demostró realmente que las cosas tienen que cambiar.
¿Y qué cambios desean ver?
Nuestro objetivo es poner fin a todas las intervenciones médicas innecesarias en niños y niñas basadas en motivos cosméticos o sociales. También tenemos que educar a la gente y concienciarla para superar el estigma, además de proporcionar más apoyo psicológico a los padres y las madres, con el fin de que los niños y niñas intersexuales no se sientan aislados o solos y puedan acceder fácilmente a apoyo y a redes de personas que son como ellos.
Tenemos que promover un marco psicosocial que acepte a las personas intersexuales, porque el problema no son los niños y niñas intersexuales, el problema es que la sociedad espera de ellos que se adapten a sus ideales. En realidad no importa si un niño o niña es intersexual o no: todos nuestros niños y niñas merecen crecer en un mundo en el que se respeten sus derechos humanos.
Ya ha habido una serie de novedades positivas. En 2015, Malta prohibió las cirugías de niños y niñas intersexuales basadas en motivos sociales. (¡Esta prohibición se anunció un 1 de abril, por lo que al principio se creyó que era una broma del día de los inocentes!)
Colombia también ha establecido un sistema que obliga a que este tipo de cirugías se sometan al sistema judicial. El Comité contra la Tortura y el Comité de los Derechos del Niño, ambos de la ONU, han emitido recomendaciones a varios países para que pongan fin a las intervenciones quirúrgicas médicamente innecesarias de niños y niñas intersexuales.
Sin embargo, queda mucho por hacer. Si no concienciamos sobre el tema, las prácticas actuales continuarán. La historia nos ha demostrado que el enfoque principal consiste en crear mejores técnicas para este tipo de intervenciones quirúrgicas, más que en proteger los derechos de niños y niñas y su autonomía e integridad corporal.
Fue la sociedad la que creó este paradigma y, si la sociedad no reclama ahora que se respeten los derechos de estos niños y niñas, siempre resultará fácil esconder el problema debajo de la alfombra.
Hasta que las personas que tienen miedo de hablar no vean un cambio en la percepción social y no vean que existe un apoyo, les seguirá resultando muy difícil alzar la voz y unirse al movimiento general que tan desesperadamente las necesita.