Hay grandes marcas de aparatos electrónicos, como Apple, Samsung y Sony, que no hacen comprobaciones básicas para asegurarse de que en sus productos no se utilice cobalto extraído con mano de obra infantil, han manifestado Amnistía Internacional y Afrewatch en un informe publicado hoy.
En el informe, titulado “This is what we die for: Human rights abuses in the Democratic Republic of the Congo power the global trade in cobalt”, se rastrea la venta del cobalto, utilizado en las baterías de iones de litio, que se extrae de minas donde trabajan en peligrosas condiciones niños de hasta tan sólo siete años, además de adultos.
“Los fascinantes escaparates y anuncios de las tecnologías de vanguardia contrastan acusadamente con los niños cargados con bolsas llenas de piedras y los mineros que desfilan por estrechos túneles excavados artificialmente, expuestos a sufrir daños pulmonares permanentes”, señala Mark Dummett, investigador de Amnistía Internacional sobre Empresas y Derechos Humanos.
“Millones de personas disfrutan de las ventajas de las nuevas tecnologías, pero raras veces se preguntan cómo están hechas. Es hora de que las grandes marcas asuman parte de la responsabilidad de la extracción de las materias primas con que se hacen sus lucrativos productos.”
En el informe se documenta cómo se compra el cobalto en zonas donde el trabajo infantil está muy extendido y se vende a Congo Dongfang Mining (CDM), filial en propiedad exclusiva del gigante chino del comercio de minerales Zhejiang Huayou Cobalt Ltd (Huayou Cobalt).
Amnistía Internacional utiliza en su investigación documentos de inversores para mostrar cómo Huayou Cobalt y su filial CDM procesan el cobalto antes de venderlo a tres fabricantes de componentes para baterías en China y Corea del Sur. Éstos lo venden a su vez a fabricantes de baterías que aseguran abastecer a empresas de tecnología y automóviles, entre ellas Apple, Microsoft, Samsung, Sony, Daimler y Volkswagen.
Amnistía Internacional se puso en contacto con 16 multinacionales que figuraban en la lista de clientes de los fabricantes de baterías que se abastecían de mineral procesado de Huayou Cobalt. Una empresa admitió la relación, mientras que otras cuatro no supieron decir con seguridad si compraban cobalto de la República Democrática del Congo (RDC) o Huayou Cobalt. Seis afirmaron que estaban investigando el asunto. Cinco negaron abastecerse de cobalto a través de Huayou Cobalt, pese a que figuran como clientes en los documentos comerciales de los fabricantes de baterías. Dos multinacionales negaron abastecerse de cobalto de la RDC.
Un aspecto decisivo es que ninguna proporcionó datos suficientes con que verificar de manera independiente de dónde procedía el cobalto de sus productos.
“Es una gran paradoja de la era digital es que algunas de las empresas más ricas e innovadoras del mundo puedan vender aparatos increíblemente avanzados sin tener que demostrar dónde adquieren la materia prima para sus componentes”, ha añadido Emmanuel Umpula, director ejecutivo de Afrewatch (Africa Resources Watch). “Los abusos que se cometen en las minas son como el dicho de ‘ojos que no ven, corazón que no siente’, porque en el mercado global de nuestros días los consumidores no tienen ni idea de las condiciones existentes en la mina, la fábrica y la cadena de montaje. Hemos comprobado que se compra el cobalto sin hacer preguntas acerca de cómo y dónde se ha extraído.”
Minas mortales y trabajo infantil
La RDC produce al menos el 50 por ciento del cobalto del mundo. Uno de los mayores procesadores de mineral del país es la filial CDM de Huayou Cobalt. Más del 40 por ciento del cobalto que adquiere Huayou Cobalt es de la RDC.
Los mineros que trabajan en las zonas donde CDM compra el cobalto corren riesgos para la salud a largo plazo y un alto riesgo de sufrir accidentes mortales. Al menos 80 mineros artesanales murieron en los túneles en el sur de la RDC sólo entre septiembre de 2014 y diciembre 2015. Se desconoce la verdadera cifra, pues muchos accidentes no se registran, y se dejan los cadáveres enterrados bajo las rocas.
El equipo de investigación de Amnistía Internacional comprobó también que la gran mayoría de los mineros pasan a diario largas horas trabajando con cobalto sin el equipo de protección más básico, como guantes, ropa de trabajo o mascarillas para prevenir enfermedades de pulmón o de piel.
Los niños entrevistados por Amnistía Internacional dijeron que trabajaban hasta 12 horas diarias en la mina, llevando pesadas cargas, para ganar entre uno y dos dólares al día. En 2014 había alrededor de 40.000 niños trabajando en minas en todo el sur de la RDC, muchas de ellas de cobalto, según UNICEF.
Paul, huérfano de 14 años, comenzó a trabajar en la minería a los 12. Dijo al equipo de investigación que, como pasaba tanto tiempo bajo tierra, estaba constantemente enfermo:
“Pasaba 24 horas allí abajo, en los túneles. Llegaba por la mañana y me marchaba a la mañana siguiente […] Tenía que hacer mis necesidades allí abajo […] Mi madre adoptiva quería que fuera al colegio, pero mi padre adoptivo estaba en contra y me explotaba haciéndome trabajar en la mina.”
“Los riesgos para la salud y la seguridad convierten la minería en una de las peores formas de trabajo infantil. Unas empresas cuyas ganancias globales ascienden a 125.000 millones de dólares no pueden afirmar con credibilidad que les resulta imposible comprobar de dónde proceden los minerales esenciales para sus productos”, ha manifestado Mark Dummett.
“La extracción de los materiales básicos que ponen en funcionamiento un automóvil eléctrico o un teléfono inteligente debería llevar prosperidad a los mineros de la RDC. Pero lo cierto es que llevan una vida miserable, trabajando hasta el agotamiento para no ganar casi nada. Las grandes marcas pueden cambiar esta situación.”
Siguiendo la cadena de suministro: vergüenza empresarial
El equipo de investigación de Amnistía Internacional y Afrewatch habló, en abril y mayo de 2015, con 87 mineros y ex mineros del cobalto, 17 de ellos niños, de cinco explotaciones mineras del sur de la RDC. Entrevistó también a 19 comerciantes de cobalto y siguió los vehículos de los mineros y comerciantes que llevan el mineral de cobalto de las minas a los mercados donde lo compran empresas más grandes. La mayor de éstas es la filial congolesa CDM de Huayou Cobalt.
Huayou Cobalt suministra cobalto a tres fabricantes de componentes de baterías de iones de litio, Ningbo Shanshan y Tianjin Bamo, de China, y L&F Materials, de Corea del Sur. En 2013, estos tres fabricantes de componentes de baterías compraron cobalto a Huayou Cobalt por valor de 90 millones de dólares estadounidenses.
Amnistía Internacional se puso luego en contacto con 16 marcas comerciales multinacionales que figuran en la listas de clientes directos o indirectos de los tres fabricantes de componentes de baterías. Ninguna dijo haber tratado con Huayou Cobalt ni rastreado el origen del cobalto de sus productos antes de que Amnistía Internacional contactara con ella.
El informe recién publicado muestra que las empresas de la cadena de suministro de cobalto no tienen en cuenta los riegos de está para los derechos humanos.
No hay ninguna regulación en la actualidad del comercio global de cobalto. Al cobalto no se le aplican las actuales normas sobre los “minerales de zonas de conflicto” de Estados Unidos, que abarcan, el oro, el coltán/tantalio, el estaño y el tungsteno extraídos en la RDC.
“Muchas de estas multinacionales afirman que tienen una política de tolerancia cero con el trabajo infantil. Pero esta promesa no tienen ningún valor si las empresas no investigan a sus proveedores. Sencillamente, su afirmación no es creíble”, ha señalado Mark Dummett.
“Sin leyes que las obliguen a comprobar dónde consiguen los minerales y a desvelar públicamente la información sobre ello y sobre sus proveedores, las empresas pueden seguir beneficiándose de los abusos contra los derechos humanos. Los gobiernos deben poner fin a esta falta de transparencia, que permite a las empresas sacar provecho de la miseria”.
Amnistía Internacional y Afrewatch piden a las empresas multinacionales que utilicen la baterías de iones de litio de sus productos para ejercer la diligencia debida en materia de derechos humanos, investigar si el cobalto se extrae en condiciones peligrosas o con trabajo infantil y ser más más transparentes con respecto a sus proveedores.
Las organizaciones piden también a China que exija a las empresas chinas del sector extractivo con operaciones en el extranjero que investiguen sus cadenas de suministro y aborden los abusos contra los derechos humanos en sus operaciones. Las organizaciones afirman que Huayou Cobalt debe confirmar quiénes participan en la extracción y el comercio de su cobalto (y dónde) y asegurarse de que no compra cobalto extraído con trabajo infantil o en condiciones peligrosas.
“Las empresas no deben limitarse a interrumpir la relación comercial con el proveedor o imponer un bloqueo al cobalto de la RDC una vez identificados los riesgos para los derechos humanos en la cadena de suministro. Deben también tomar medidas de reparación por el daño sufrido por las personas contra cuyos derechos humanos se han cometidos abusos”, ha añadido Mark Dummett.