Los combatientes de Boko Haram sometieron a mujeres y niñas a violaciones y otros actos de violencia sexual, que constituyen crímenes de guerra, durante ataques recientes en el nordeste de Nigeria, revela una nueva investigación de Amnistía Internacional.
En febrero y marzo de 2021, Amnistía Internacional entrevistó a 22 personas en un grupo de pueblos del estado septentrional de Borno que Boko Haram ha atacado en reiteradas ocasiones desde finales de 2019.
En violentos ataques, los combatientes de Boko Haram mataron a quienes trataban de huir y saquearon ganado, dinero y otros objetos de valor.
“Al mismo tiempo que continúa su implacable ciclo de homicidios, secuestros y saqueos, Boko Haram somete a mujeres y niñas a violaciones y otros actos de violencia sexual durante sus ataques. Estas atrocidades son crímenes de guerra”, declaró Osai Ojigho, directora de Amnistía Internacional Nigeria.
“Las comunidades atacadas han sido abandonadas por las fuerzas que deberían protegerlas, y tienen dificultades para obtener un reconocimiento o una respuesta a los horrores que han sufrido. Las autoridades nigerianas deben abordar esta cuestión con urgencia.
“La Corte Penal Internacional debe abrir inmediatamente una investigación completa sobre las atrocidades cometidas por todas las partes y garantizar que los responsables rinden cuentas de sus actos, incluidos los crímenes contra mujeres y niñas”.
Tras reiterados desplazamientos, la mayoría de las comunidades afectadas se han trasladado a zonas controladas por las fuerzas armadas, aunque muchas no han recibido aún ninguna ayuda humanitaria.
Violaciones y otros actos de violencia sexual.
Según sobrevivientes y testigos, se produjeron ataques en los que se cometieron actos de violencia sexual en al menos cinco pueblos del estado de Borno pertenecientes a la zona de gobierno local de Magumeri. Durante las incursiones, que se perpetraron normalmente de noche, los combatientes de Boko Haram violaron a mujeres y niñas a las que sorprendían en su casa o tratando de huir.
Una mujer fue agredida físicamente por combatientes de Boko Haram cuando huía de un ataque a finales de 2020. Se arrastró hasta una casa donde se escondió junto con sus hijos, y vio a los combatientes volver y entrar en una casa vecina.
Dijo: “En la casa de al lado, empecé a oír a unas mujeres que gritaban y chillaban y lloraban. Yo estaba muy asustada. Después de unos minutos, quizá 30 minutos, vi a los hombres salir de la casa. Eran cinco o seis con sus armas. Después, las mujeres estaban desorientadas. Su ropa no estaba normal”.
Amnistía Internacional entrevistó a otras tres personas testigos de lo sucedido y que describieron de forma similar el mismo ataque, incluidos los gritos de las mujeres y verlas muy afectadas después de que se marchara Boko Haram. Una curandera tradicional dijo que, tras el ataque, atendió a varias mujeres que habían sido violadas.
La misma curandera había tratado a otras dos sobrevivientes, una de ellas menor de 18 años, después de un ataque de Boko Haram a otro pueblo. Dijo: “Podía ver el dolor en sus rostros. [La primera sobreviviente] me contó lo que había pasado. Vi sus partes íntimas. Estaban muy inflamadas. Así que entendí que la habían violado más de una o dos personas. Ella estaba sufriendo”.
Otra mujer dijo a Amnistía Internacional que, durante el mismo ataque, los combatientes dispararon a la gente que huía y luego fueron a su casa y la agredieron sexualmente. Dijo: “Los hombres entraron en mi habitación. Les pregunté qué querían. Tomaron mis joyas y pertenencias. Después cayeron encima de mí”.
Algunas personas que presenciaron los hechos también dijeron que Boko Haram había secuestrado a mujeres durante varios ataques a las que se llevaban en motocicletas. Las mujeres habían sido devueltas a su pueblo días después, con claros signos de trauma.
La violación y otras formas de violencia sexual constituyen crímenes de guerra en el contexto del conflicto, tal como define el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional.
Ninguna sobreviviente de las que entrevistó Amnistía Internacional parecía haber tenido acceso a servicios de salud formales. El estigma y el miedo a las repercusiones hacen que estos incidentes se denuncien poco, incluso dentro de las comunidades afectadas. Al menos una de las sobrevivientes sigue sufriendo complicaciones de salud unos meses después.
El aborto es ilegal en Nigeria, salvo cuando corre peligro la vida de la madre, lo que hace que las sobrevivientes de violación no tengan acceso a un aborto sin riesgos y legal.
Homicidios y saqueos
Durante los ataques, los combatientes de Boko Haram robaron casi todo lo que pudieron encontrar. Quienes presenciaron los hechos dijeron sistemáticamente que los combatientes llegaban en motocicletas y a pie, y luego disparaban al aire. En varios ataques, Boko Haram asesinó a civiles que huían; en un ataque, varias personas mayores que no pudieron huir fueron asesinadas dentro de sus casas.
Los combatientes iban muchas veces casa por casa, reuniendo ganado y robando objetos valiosos como dinero, teléfonos móviles, joyas y ropa. Los testigos dijeron que los combatientes cargaban el producto del saqueo en sus motocicletas o en burros del pueblo. Para robar ganado, solían obligar a hombres jóvenes a llevar a los animales al bosque.
Un hombre de 40 años cuyo pueblo fue asaltado, dijo a Amnistía Internacional: “Antes, si venías a nuestra casa, veías que teníamos vacas y cabras. No tenía muchas, sólo unas cuantas, pero estaba satisfecho con eso. Ahora no tenemos nada… Nos lo quitaron todo”.
Algunos combatientes llevaban uniformes de las fuerzas armadas nigerianas y otros, el traje tradicional de la región. Quienes presenciaron lo sucedido sabían que los perpetradores pertenecían a Boko Haram y no a la fuerzas armadas nigerianas por varias razones: los oyeron hablar en lenguas habituales entre los miembros de Boko Haram; llegaban en motocicletas y no en vehículos militares; y vestían una combinación de atuendos. Incluso los que llevaban uniformes militares nigerianos robados solían calzar sandalias o iban descalzos en lugar de llevar botas militares.
Muchos testigos dijeron también que entre lo atacantes había algunos adolescentes de entre 15 y 17 años, junto con hombres de entre 20 y 30.
Hace falta una respuesta urgente
Tras los reiterados ataques de los últimos meses, la comunidades de este grupo de pueblos huyeron a zonas situadas dentro de perímetros establecidos por las fuerzas armadas nigerianas. Muchas personas se establecieron a menos de un kilómetro de un campo para poblaciones internamente desplazadas fuera de Maiduguri. Algunas trataron de instalarse en el campo, pero les dijeron que estaba lleno.
Al parecer, hace dos meses, las autoridades del campo para personas internamente desplazadas vecino visitaron a la gente y anotaron sus nombres, pero nadie había vuelto desde entonces, según todas las personas desplazadas a ese lugar a las que entrevistó Amnistía Internacional. Muchas mujeres siguen sintiendo frustración porque nadie del gobierno o de la comunidad humanitaria ha hablado con ellas para entender que se agredió específicamente a las mujeres durante los ataques y saber la ayuda que necesitan ahora. Muchas añadieron que deseaban que el gobierno reconociera lo ocurrido y pidiera perdón, e hiciera comparecer a los perpetradores ante la justicia.
Meses después de establecerse cerca del campo para personas desplazadas, las comunidades no han recibido aún ninguna ayuda como alimentos, alojamiento o atención médica. A principios de marzo, murió una niña de corta edad y su familia dijo a Amnistía Internacional que estaba desnutrida y que creían que eso había contribuido a su muerte. Todas las personas desplazadas cerca del campo hablaron del hambre generalizada.
Una mujer dijo a Amnistía Internacional: “Necesitamos ayuda alimentaria. Por todas partes hay niños y niñas desnutridos. Algunas de las mujeres van al campo, [pero les] dijeron que se marcharan. Algunas están mendigando. Algunos [de nosotros] estamos vendiendo nuestras cosas”.
“Esta es una crisis humanitaria que está empeorando día a día. Las autoridades nigerianas y sus asociados deben actuar ya para ayudar a quienes más lo necesitan y garantizar que esta horrorosa situación no sigue deteriorándose”, concluyó Osai Ojigho.
Información complementaria
El conflicto en el nordeste de Nigeria ha creado una crisis humanitaria que ya ha provocado el desplazamiento de más de 2.000.000 personas. Boko Haram ha atacado a menudo a los trabajadores y trabajadoras de ayuda humanitaria que intentan responder a la crisis.
Amnistía Internacional ha documentado reiteradamente crímenes de derecho internacional y otras violaciones graves del derecho internacional de los derechos humanos y humanitario en el nordeste de Nigeria.
Las autoridades nigerianas no han adoptado ninguna medida real para investigar y enjuiciar los crímenes cometidos por Boko Haram o las fuerzas de seguridad nigerianas, incluidos los crímenes de violencia sexual. El pasado mes de diciembre, la fiscal jefe de la Corte Penal Internacional anunció que su oficina había concluido, después de diez años, el examen preliminar de la situación de Nigeria y que había hallado indicios suficientes de crímenes para abrir una investigación completa. No se ha iniciado aún ninguna investigación formal.
El conflicto sigue teniendo un terrible impacto en la población civil, como se documenta en los informes de Amnistía Internacional sobre la experiencia de las mujeres, los niños y las niñas, y las personas mayores.