<![CDATA[Aviso: Esta historia contiene descripciones gráficas de tortura. El hedor de la carne en descomposición procedente de aquella celda diminuta y abarrotada le cortó la respiración. Era el olor de la tortura. En cuanto puso el pie en el interior de la pequeña habitación de aquel centro de detención policial de la capital de Nigeria, Abuja, el Dr. Duarte Vieira, médico forense, se quedó helado. Nunca había visto nada tan espantoso… y eso que había visto de todo. Entre los 45 hombres, mujeres y]]>