Por: Kristina Roth y Alli McCracken Jarrar
El 25 de mayo de 2020 fue un día que cambió el mundo para siempre. El agente Derek Chauvin y otros tres agentes de la policía de Mineápolis torturaron y ejecutaron extrajudicialmente a George Floyd. Darnella Frazier, una joven negra de 17 años, filmó el asesinato, publicó el vídeo y el planeta entero estalló de rabia ante otro homicidio policial más de un hombre negro en Estados Unidos. George Floyd era un padre, un hermano, un hijo, un compañero y un amigo. Su vida fue interrumpida por una llamada a la policía por un billete supuestamente falso.
El vídeo del asesinato de George Floyd a manos de unos agentes de policía de Mineápolis conmocionó al mundo, pero el control policial abusivo y excesivo de las personas negras por funcionarios encargados de hacer cumplir la ley es tan antiguo como el propio control policial en Estados Unidos. En el Sur, la profesión policial tiene sus orígenes en las brutales patrullas creadas por los amos de esclavos para recuperar, golpear, castigar y a menudo matar su propiedad: los cuerpos negros.
El racismo sistémico antinegro está en el centro del vigente sistema legal penal estadounidense, como queda de manifiesto en los homicidios de personas negras e indígenas, cuyo número es desproporcionadamente alto en relación con los relativos a otras razas. En Estados Unidos, persisten dos sistemas de justicia: uno en el que por delitos menores algunas personas son multadas y otro en el que son asesinadas y en el que las personas de piel oscura pueden ser percibidas como una amenaza simplemente por ser.
La vida de George Floyd fue una de las más de 1.000 vidas que arrebatan cada año agentes encargados de hacer cumplir la ley en Estados Unidos. George Floyd fue otra persona arrancada a su familia por la violencia que afecta a las comunidades negra, indígena y parda cada día.
George Floyd debería estar vivo hoy.
La violencia policial es la causa principal de muerte de los varones jóvenes en Estados Unidos, donde alrededor de 1 de cada 1.000 hombres negros puede contar con que va a morir a manos de la policía. Entre 2015 y 2020, hay constancia de que el 30% de las personas que murieron por disparos de la policía mostraban signos de enfermedad mental. Pese a estos sombríos índices de violencia, la mayoría de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley no rinde cuentas por homicidios ilegítimos y puede hacer uso excesivo y a veces letal de la fuerza con impunidad, sobre todo contra personas negras. Entre 2005 y 2019, sólo tres funcionarios encargados de hacer cumplir la ley estatales o locales fueron declarados culpables de asesinato en casos de fuerza letal.
Hasta en el contexto de una pandemia, tras el asesinato de George Floyd, la gente salió a la calle para protestar contra la violencia policial, la discriminación racial y la lacra de la supremacía blanca, incluso en muchos países construidos sobre cimientos coloniales. Estados Unidos registró sus mayores protestas de la historia de la existencia del país. Desde Indonesia hasta Nueva Zelanda, pasando por Suiza y Argentina y más allá, la ciudadanía emprendió diferentes tipos de acción, tanto en Internet como fuera de Internet, para exigir justicia para George Floyd y mostrar solidaridad con el derecho de las personas negras a sobrevivir a las interacciones con los organismos encargados de aplicar la ley y con la lucha del movimiento Black Lives Matter en Estados Unidos.
También actuó para exigir el fin del racismo y de las actuaciones policiales discriminatorias y la violencia policial en sus propios países. Desde el movimiento #EndSARS, contra la Unidad Especial Antirrobos (SARS) de Nigeria, a las protestas contra la violencia policial en Puerto Rico, la represión del Estado es escalofriantemente ubicua en todo el mundo.
Para conmemorar el primer aniversario del asesinato de George Floyd, personas de todo el movimiento de Amnistía Internacional han compartido sus experiencias del levantamiento global. Estas historias de 13 países de todo el mundo muestran el gran alcance del dolor y la indignación que sintieron personas de todo el planeta tras el asesinato de George Floyd y cómo la violencia en la aplicación de la ley destroza comunidades locales en todo el mundo.
También muestran que este movimiento es un esfuerzo realmente global: el racismo y las violaciones de derechos humanos de la policía en Estados Unidos son terribles, pero son problemas globales que afectan a todos los países y exigen un esfuerzo global para acabar con ellos. La gente ha dado un paso adelante y nada podrá detener el movimiento.
El pasado mes de junio, como consecuencia del asesinato de George Floyd, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU aprobó una resolución de emergencia sobre Promoción y protección de los derechos humanos y las libertades fundamentales de los africanos y los afrodescendientes frente al uso excesivo de la fuerza y otras violaciones de los derechos humanos por los agentes del orden.
La alta comisionada para los Derechos Humanos Michelle Bachelet señaló en sus comentarios sobre la resolución: “Debemos abordar los legados de la esclavitud, el comercio trasatlántico de personas africanas esclavizadas y su contexto de colonialismo. Debemos reconocer siglos de políticas y sistemas racialmente discriminatorios que siguieron a la abolición formal de la esclavitud”.
No debemos perder de vista la historia que persiste en la forma en que se aplica actualmente la ley ni el dolor que ha causado y que ha destrozado a generaciones de familias.
A pesar del acuerdo alcanzado en la demanda civil sobre la muerte de George Floyd y el fallo de culpabilidad dictado contra el agente Derek Chauvin, no puede haber una justicia auténtica para este terrible crimen. Para demasiadas familias afectadas directamente por la violencia infligida por agentes encargados de hacer cumplir la ley no puede haber nunca justicia. Los Estados deben buscar la adopción de medidas de rendición de cuentas por violar los derechos humanos de las personas, y debemos examinar con atención el tamaño y la magnitud de la aplicación de la ley en la vida cotidiana, lo que incluye las situaciones en las que responden agentes armados y que, con demasiada frecuencia, derivan en un encuentro letal.
Gianna, la hija de seis años de George Floyd, dijo que sabía que su padre iba a cambiar el mundo, y estaba en lo cierto. Debemos avanzar, sin olvidar la historia que nos ha traído hasta aquí, y trabajar por la adopción de sistemas de seguridad pública que respeten los derechos humanos de todas las personas a la vida, a no ser discriminadas y a la igualdad de protección ante la ley.
A continuación acciones llevadas a cabo en algunas secciones de Amnistía Internacional:
En Perú, la frase “por favor, no puedo respirar” resonó entre quienes actuaron en relación con la petición de Amnistía Perú en la que se exigía justicia para George Floyd, así como entre quienes firmaron para reclamar el fin de la violencia policial en su propio país. Perú es un país que sufre un gran malestar social. En noviembre de 2020, Perú experimentó una crisis política sin precedentes: tres presidentes en menos de una semana. En la actualidad, tras las manifestaciones que desencadenó esta crisis política el año pasado y la posterior represión violenta de la policía, Amnistía Perú tiene una campaña activa sobre el derecho a protestar.
Nigeria heredó una ley colonial de la policía promulgada en 1948, 12 años antes de obtener la independencia. Esta ley no se reformó hasta 2020, fecha en que se aprobó una nueva Ley de Policía. Amnistía Nigeria lleva años documentando la violencia en la aplicación de la ley. Los incidentes generalizados de brutalidad por parte de las fuerzas de seguridad y la arraigada cultura de la impunidad han debilitado gravemente la confianza de la ciudadanía en el sistema de seguridad de Nigeria. Pocas víctimas de homicidios ilegítimos u otras violaciones de derechos humanos cometidas por las fuerzas de seguridad han recibido justicia o una reparación.
Para conmemorar los 100 días transcurridos desde el tiroteo protagonizado por las autoridades en el peaje de Lekki, Amnistía Nigeria dio a conocer una declaración y publicó un artículo en el que explicó los antecedentes y enmarcó la petición de justicia.
Amnistía Nigeria tiene una petición activa en la que exige justicia para las víctimas de la violencia policial. A finales de 2017, personas defensoras y activistas de derechos humanos de Nigeria lanzaron una campaña masiva llamada #EndSARS para dar a conocer las violaciones de derechos humanos cometidas por la Unidad Especial Antirrobos (SARS) de la policía nigeriana, encargada de combatir delitos violentos como robos y secuestros. En 2020, Amnistía Nigeria publicó un informe al respecto titulado Time to end impunity – Torture and other violations by the Special Anti-Robbery Squad.
En 2020, Amnistía Indonesia organizó el concierto online Sounds Rights para dar a conocer a la población del país la violencia policial en Estados Unidos y en Indonesia. Quienes intervinieron en el acto hablaron de la relación entre la lucha de la ciudadanía contra la violencia policial en Estados Unidos y las violaciones cometidas por las fuerzas de seguridad contra los miembros del movimiento de Papúa Occidental por la independencia de Indonesia.
Amnistía Indonesia organizó también Akademi HAM, un seminario web de educación en derechos humanos para educar y dar información al público general sobre este acuciante problema de actualidad.
El lema #BlackLivesMatter (Las vidas de las personas negras importan) tuvo una gran resonancia en Suiza. La Sección Suiza de Amnistía Internacional respaldó una petición global para exigir justicia para George Floyd con casi 10.000 firmas. Amnistía Suiza también aborda el racismo dentro de Suiza, tema al que dedicó el número de marzo de 2021 de la revista de la Sección.
Para apoyar la iniciativa de activistas de base, Amnistía Suiza intervino como tercera parte en una causa judicial que se tramita ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre el uso de perfiles raciales. En su escrito, Amnistía Internacional señaló graves deficiencias de Suiza para prevenir e investigar efectivamente el uso de perfiles raciales por las autoridades suizas.
En el África austral, Amnistía Internacional ha condenado el uso de la fuerza por la policía y agentes de seguridad en Angola durante las medidas de contención de la COVID-19.
Amnistía participó asimismo en una declaración conjunta con otras organizaciones sobre las medidas de contención de la COVID-19 en la región, como el uso de la fuerza por las autoridades. Estas acciones se hacen en el contexto de la historia colonial, en la que se utilizaron agentes estatales contra los cuerpos negros como medio para controlarlos.
La historia de George Floyd tuvo un gran eco en Francia; pocos meses antes del asesinato de George Floyd, la policía había dado el alto en un control a un repartidor, al que inmovilizó y estranguló. Murió poco después. Sus últimas palabras fueron: “Me estoy ahogando”, que repitió siete veces. Se llamaba Cédric Chouviat y aun no se ha celebrado ningún juicio.
Hay muchas otras familias de víctimas que siguen esperando que se haga justicia. Son quienes lideran la lucha en Francia. Amnistía Internacional Francia las apoya participando en marchas y concentraciones, y llevando las peticiones de justicia a las autoridades. Amnistía Francia también trabaja para exigir reformas estructurales de la policía en el uso de la fuerza y en los controles discriminatorios.
Amnistía Puerto Rico conectó con la lucha contra el uso de fuerza excesiva por la policía en Puerto Rico, especialmente durante las protestas pacíficas. La Sección ofreció una presentación sobre el uso del gas lacrimógeno durante las manifestaciones y posibles violaciones de derechos humanos, e impartió una formación online para personas que fueran a actuar como observadoras durante manifestaciones para documentar las violaciones de derechos humanos o civiles.
También lanzó el proyecto “Official, I Have Rights” (Agente, tengo derechos), un taller que trata de educar a las comunidades sobre sus derechos ante una intervención policial.
Amnistía Suecia logró una enorme atención para su campaña en las redes sociales y reunió más de 45.000 firmas exigiendo justicia para George Floyd.
Celebró una reunión nacional de jóvenes sobre “La brutalidad policial en el mundo y en Suecia”. Un grupo estudiantil organizó una manifestación de la que informaron los medios de comunicación nacionales. Amnistía Suecia también impartió un taller para activistas sobre cómo ser un buen aliado/a en la lucha contra el racismo. Además, inició un estudio piloto en el que se analizan informes de violencia excesiva y uso de perfiles raciales por empresas de seguridad privada en Suecia.
Debido a la pandemia y posterior confinamiento, Amnistía en Argentina usó la creatividad en las redes sociales para denunciar la violencia policial y el racismo y mostrar solidaridad con el levantamiento en Estados Unidos. Difundió en sus redes sociales imágenes de las protestas celebradas en todo el mundo y participó en la campaña global #BlackOutTuesday en la que personas de todo el mundo publicaron un cuadrado negro para llamar la atención sobre el uso de fuerza excesiva por la policía.
Amnistía Noruega publicó la petición Justicia para George Floyd, que reunió 201.684 firmas, cifra sin precedentes en Noruega, lo que muestra lo increíblemente importante que es esta cuestión para la ciudadanía noruega. Cuando su petición alcanzó más de 200.000 firmas, colgó una pancarta en el Centro Premio Nobel de la Paz, en la capital de Noruega. También hizo un concierto digital en el que actuaron artistas musicales y celebridades del país.
Debido a la COVID-19, Amnistía Noruega animó a sus activistas y simpatizantes a que participaran en una manifestación digital en Instagram. En la actualidad tiene un programa de educación en el que abordan el racismo y la discriminación, disponible para activistas y en las escuelas.
La represión del Estado es mundial: en 2020, Amnistía Internacional documentó el uso de fuerza excesiva por los cuerpos de seguridad de Guinea en las semanas siguientes a las elecciones presidenciales del país, que causó la muerte de más de una decena de personas —entre ellas la un hombre de 62 años, presumiblemente por torturas— y la detención de cientos durante las protestas o en operaciones policiales en barrios favorables a la oposición.
En Austria, la gente salió a la calle; pueden verlo en este estupendo vídeo de Amnistía Austria. Además, publicó 7 things you can do against racism (Siete cosas que puedes hacer contra el racismo). Amnistía Austria lleva mucho tiempo trabajando sobre la violencia policial en el ámbito nacional. Publicó su propio informe al final de 2019 y sigue investigando al respecto.
En Nueva Zelanda, la gente salió a la calle en ciudades de todo el país para decir alto y claro #BlackLivesMatter En aceras y grupos escolares, personas de todo el país “pusieron rodilla en tierra” como símbolo de oposición a la violencia policial.