Hoy es el Día Internacional en Apoyo a las Víctimas de la Tortura Lamentablemente, en muchos países la tortura continúa siendo una práctica extendida.
Y más de sesenta años después de su prohibición internacional, en todo el mundo se siguen comercializando y vendiendo abiertamente espantosos instrumentos de tortura.
En animadas ferias dedicadas a las armas y la seguridad, los gobiernos pueden curiosear entre los puestos artículos en venta cuyo único fin es causar dolor y miedo. En la UE se ha prohibido su exportación, lo que ha dificultado este comercio en los últimos años, pero sigue sin haber un acuerdo internacional para prohibir los instrumentos de tortura.
Esta semana, los gobiernos votarán en la Asamblea General de la ONU una resolución cuyo objetivo es acabar para siempre con el comercio de la tortura. Instamos a los Estados a que adopten esta resolución, que debería haberse aprobado hace mucho tiempo, y endurezcan la relajada normativa que ha permitido que florezca el comercio de la tortura.
He aquí cinco instrumentos de tortura que deben ser prohibidos inmediatamente, y lo que sabemos sobre quiénes los utilizan.
Cinturones paralizantes (de electrochoque)
¿Qué son?
Los cinturones paralizantes administran descargas eléctricas de alto voltaje a través de electrodos situados cerca de los riñones, causando un agudo dolor. La persona que lleva el cinturón, en ocasiones durante muchas horas seguidas, está bajo la amenaza constante de que lo activen por control remoto. Otros efectos físicos pueden ser debilidad muscular, pérdida del control sobre la micción y la defecación, irregularidades del ritmo cardíaco, convulsiones y ronchas en la piel.
¿Quién los vende?
Los cinturones paralizantes y otros dispositivos corporales de electrochoque (esposas, chalecos) son fabricados por empresas de todo el mundo. Se sabe que existen fabricantes de este tipo de artículos en Estados Unidos, Sudáfrica y China, y proveedores en India e Israel, entre otros países.
¿Quién los compra?
Estos dispositivos se han utilizado para controlar a la población reclusa en ciertos países, como Sudáfrica, y en algunos estados de Estados Unidos. En Estados Unidos, un preso describió el dolor producido por la activación de su cinturón paralizante diciendo que era “tan intenso que pensé que me estaba muriendo”.
Porras paralizantes
¿Qué son?
Son porras que administran potentes descargas eléctricas. Las porras paralizantes y otras armas de electrochoque, como las pistolas paralizantes y los escudos de electrochoque, permiten que los agentes administren fácilmente descargas eléctricas muy dolorosas en zonas muy sensibles del cuerpo con sólo pulsar un botón, y que lo hagan repetidamente sin dejar señales físicas duraderas. Esto las convierte en un instrumento de tortura muy apreciado, cuyo uso Amnistía ha documentado en todas las regiones del mundo.
¿Quién las vende?
Las porras paralizantes se fabrican y utilizan ampliamente en China, pero Omega Research también ha documentado la existencia de varias empresas en la UE que fabrican estos instrumentos de tortura. Omega halló queuna empresa rusa cuenta con una lista de distribuidores y representantes en muchos Estados, como Bielorrusia, Kazajistán, Ucrania, Uzbekistán, Irán, Israel, Arabia Saudí, Sudáfrica y Vietnam.
¿Quién las compra?
Amnistía y otros han documentado el uso de porras paralizantes en países de todo el mundo, como Kirguistán, Filipinas, Rusia y China.
Recientemente, Amnistía Internacional documentó el uso reiterado de porras paralizantes por la policía italiana contra personas refugiadas y migrantes recién llegadas, sobre todo para obligarlas a registrar sus huellas dactilares en las comisarías. Un muchacho de 16 años de Sudán nos dijo:
“Tres días después […] me llevaron a la ‘sala de electricidad’ […]. Luego me dieron corrientes con una barra, muchas veces en la pierna izquierda y luego en la derecha, el pecho y el estómago. Estaba tan débil que no pude resistirlo”.
Porras con púas
¿Qué son?
Porras o garrotes provistos de púas de plástico duro o de metal y diseñadas para causar dolor y sufrimiento. Algunos modelos tienen púas en toda su longitud, otros sólo en la punta.
En manos de los agentes encargados de hacer cumplir la ley, estas armas no tienen más uso práctico que el de infligir tortura u otros malos tratos.
¿Quién las vende?
China es el principal fabricante de estos artículos de tortura.
La Unión Europea ha prohibido a los países de la UE la importación, exportación o promoción de porras con púas, afirmando que, además de estar diseñadas para causar sufrimiento, no son más eficaces como instrumento antidisturbios o de autodefensa que las porras ordinarias.
¿Quién las compra?
A pesar de la prohibición de la UE, en 2017 investigadores de Amnistía encontraron porras con púas en venta en una feria de armas de París, junto con otros artículos ilegales en la UE.
Según informes, las porras con púas han sido utilizadas por la policía de Camboya y han sido exportadas a las fuerzas de seguridad de Nepal y Tailandia. En junio de 2003, la Comisión Asiática de Derechos Humanos documentó el caso de Ramesh Sharma, que perdió el ojo derecho tras ser golpeado por la policía de Katmandú con una barra con púas de hierro .
Grilletes para el cuello
¿Qué son?
Son dispositivos restrictivos que se abrochan en torno al cuello. Algunos modelos encadenan el cuello con las muñecas. Son dolorosos, degradantes y peligrosos. La presión que ejercen en el cuello puede causar asfixia o daños en la garganta.
¿Quién los vende?
La investigación de Amnistía Internacional junto a Omega Research Foundation halló que al menos una empresa china fabrica instrumentos de coerción para el cuello.
¿Quién los compra?
Nuestra investigación demuestra que se han vendido a organismos chinos encargados de hacer cumplir la ley, lo cual resulta preocupante, porque hay muchas denuncias de tortura a manos de las autoridades chinas. Las minorías étnicas y los defensores y defensoras de los derechos humanos corren especial peligro.
Sillas de inmovilización
¿Qué son?
¿Quién las vende?
Empresas chinas han vendido estas sillas a organismos encargados de hacer cumplir la ley en este país. Estados Unidos también las fabrica y su uso ha sido documentado en el marco de abusos en el Centro de Detención de Guantánamo.
¿Quién las compra?
Amnistía ha documentado que funcionarios de prisiones y agentes encargados de hacer cumplir la ley chinos emplean una serie de técnicas de inmovilización degradantes y dolorosas asociadas a estas sillas.
Tang Jitian, ex fiscal y abogado de Pekín, dijo a Amnistía que fue torturado por agentes de seguridad en marzo de 2014.
“Me amarraron con correas a una silla de hierro, me abofetearon, me dieron patadas en las piernas y me golpearon tan fuerte en la cabeza con una botella de plástico llena de agua que perdí el conocimiento”, dijo.
En 2016 aparecieron unas estremecedoras imágenes de un adolescente al que habían colocado una capucha y habían atado a una silla de sujeción en el Territorio del Norte (Australia). La indignación internacional hizo que Australia suspendiera el uso de sillas de sujeción en los centros de detención de menores, pero aún está permitido su uso en cárceles para adultos.
Es hora de prohibir el comercio de este instrumento terrible. Ninguna empresa debería beneficiarse del dolor y el sufrimiento. Amnistía pide a los Estados miembros de la Asamblea General de la ONU que aprueben la resolución y trabajen para conseguir una normativa cuyo objetivo sea acabar para siempre con el comercio de la tortura. Más información aquí.