El Parlamento húngaro dio ayer al gobierno el visto bueno para elaborar una lista de Estados de tránsito “seguros” en los que, en su opinión, la gente podría haber pedido asilo antes de llegar a Hungría.
Lo más probable es que la lista incluya la vecina Serbia, a través de la cual habrán pasado, en su viaje desde Grecia y Macedonia, casi la totalidad de los aproximadamente 60.000 refugiados y migrantes que han llegado a Hungría en lo que va de año.
El martes 7 de julio, Amnistía Internacional publicará un nuevo informe: Europe’s Borderlands: Violations against refugees and migrants in Macedonia, Serbia and Hungary. En él se detallará la manera en que el deficiente sistema de asilo serbio ha provocado que sólo un puñado de personas hayan conseguido asilo allí.
“Los solicitantes de asilo no deben ser devueltos a Serbia, ya que este país no puede garantizar el acceso al asilo, y las personas que son devueltas a él corren peligro de ser objeto de devolución forzada (refoulement) a Macedonia, donde están expuestas a toda una serie de violaciones de derechos humanos”, ha manifestado John Dalhuisen, director del Programa para Europa y Asia Central de Amnistía Internacional.
“Mientras permanezcan en un limbo legal en Serbia, estas personas estarán expuestas a abusos de la policía, así como a ser detenidas por las autoridades.”
Hace dos semanas, Hungría anunció sus planes de levantar una valla de cuatro metros de altura a lo largo de su frontera con Serbia para mantener fuera a los “inmigrantes”. Mientras tanto, el gobierno, en una campaña emprendida contra la inmigración, ha puesto en las calles vallas publicitarias con eslóganes como: “Si vienes a Hungría, no puedes ocupar empleos húngaros”.
Mientras Hungría adopta esta postura contra la inmigración, cada vez más refugiados y solicitantes de asilo se encontrarán en un callejón sin salida jurídico, atrapados en Serbia y en Macedonia, pero sin protección legal ni condición jurídica, y sin posibilidad de asilo.